sábado, 22 de diciembre de 2007

Medio

Ya no sé qué decir sobre la vida
Y menos qué explicar sobre la muerte,
Porque en los dos extremos veo perdidas
Toda lógica y credo de la suerte.

Yo creí en la virtud y en la cordura
De los santos, los buenos y los héroes,
Que me inculcaron cuando mi alma pura
Grababa las improntas de mi mente.

Nada cursé tan justo y tan preciso,
Como esa senda que seguí derecho,
Cumpliendo los recados bien sumizo,
Con paso leve por camino estrecho.

Mediocre hasta doler para ser hombre
Bueno, educado, servidor y listo
para hacer y cumplir, pero sin nombre
como guerrero a las órdenes de Pirro.

Ser mediocre es mi título y destino;
La gravedad de Newton: fruta al suelo;
Cuidando siempre la ocasión y el rito
Sin pretender rondar el universo.

Caer, siempre caer en línea recta,
Con un gesto feliz y una sonrisa
Que alegre a los demás, siempre discreta
Como una nieve tibia que acaricia.

Ser bueno es gravedad intrascendente,
Solo mueca teatral rasando el suelo,
Sin procurar jamás vía ascendente,
Quebrar el curso pretendiendo un vuelo.

Un vuelo a algún confín desconocido,
Lejano, fiero, lóbrego o desierto,
Subir, errar y zigzaguear perdido,
Hasta caer de lo alto, satisfecho.
MAV. Miguel Angel Vergara.

jueves, 20 de diciembre de 2007

Terrible es el olvido

TERRRIBLE ES EL OLVIDO.

Terrible es el olvido, más duro que la muerte.
Ingresar en la nada de conciencias queridas.
Disiparse en las mentes como el humo y la bruma,
Como palabras huecas de los libros sin vida.

Hasta los perros mueren custodiando la tumba
Del dueño generoso al que tanto querían.
Sin duda alguna sueñan que pronto volverán
Y jugarán de nuevo saltando de alegría.

¿Por qué el hombre que ama no cura las heridas?
¿Por qué hay hombres que matan despreciando la vida?
Mueren miles un día en algún atentado;
Millones en un año: de inmediato se olvidan.

Es la muerte que exige reservas en su espacio
De fantasmas que pueblan territorio infinito.
Hoy somos el presente y mañana el pasado,
Semillas de otras almas con el mismo destino.

¿Para qué celebrar el vigor del nacido,
Si a poco que caminen estarán relegados
Porque si es triste muertos, es más terrible vivos:
Estar vivos, presentes, y también olvidados.

MAV. 10-12-07.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Música y Llanto

Una vez dijo Lucero que estaba sólo y cansado.
Lo escucharon agoreros y muy lejos lo llevaron.
Lo llevaron a los límites de la patria y de la vida,
donde no hay casa y comida,
donde no hay más que la nada.

Tal como estaba Lucero ni preguntar ya podía.
Miró alrededor y nada se aparecía a su suerte.
Nada, nada, estaba sólo en un desierto penoso;
hablar no comunicaba. Correr no era razonable,
no había a quién reclamar,
ni hablar, ni hacer, ni mañana.
Solo había soledad en un silencio probable.
Silencio y oscuridad. No se sentía un rumor.

Lucero pegó un gran grito, como Jesús en la cruz.
y oyó. Y escuchó su propio grito.
Y volvió a gritar y oyó. Por mucho tiempo gritó.
Parecía que él solo oía, pero por ver insistió.
Primero se quedó absorto, pero después esperó.
Inútilmente esperó. Una, dos, tres, cuatro y cientos.
Solo sentía su voz que clamaba.
Estaba muerto.

Cuando su voz se quebró unos gruñidos lo hirieron,
otros no le disgustaron, más bien lo fortalecieron.
Y unos sonidos alegres lo animaron a Lucero.
Empezó a elegir sus gritos,
y encontró malos y buenos.
Y por más que estaba oscuro y no era muy apercibido,
pensó que no estaba sólo, había encontrado
el sonido.

Un compañero de lujo, o de terror, como quiera.
No sabía, no sabía. Y mientras tanto gritaba.
Después habló y discurría,
y hasta cantó.
Cantó canciones sagradas, otras de amor, de justicia,
de peligros, de aventuras
y de niños a la cama.
En el medio de la nada,
Lucero encontró el sonido,
sonido a gusto y proclama.
Elegido y a elegir…Tenía toda la gama.
Está bien que estaba sólo y con nadie confrontaba,
pero tenía un quehacer,
un quehacer para sí mismo,
que por ahora alcanzaba.
Para estar muerto es bastante,
Hay vivos que no hacen nada.
Entonces se arrodilló y dio gracias.
Dio gracias por escuchar su propia voz y sentir
que Dios estaba en su alma,
que la Música era Dios
con sonidos y palabras.
Sintió que no estaba sólo,
la divina compañía,
le dio sentido a la muerte,
le dio sentido a la vida.

Un sonido primigenio
emite el niño al nacer:
es un grito, es un llanto,
viene con Dios dentro de él.

MAV. 25-8-06.

jueves, 29 de noviembre de 2007

Curso

Voy mordiendo el anzuelo como un pez,
tentado por señuelos que otro engancha,
atractivos ardides que no sé
quién juega a que los muerda y me atrapa.

Se ocupa de mis actos y mi fe,
por más que mi pensar funde razones
de todo lo que es hoy y lo que fue
la historia con su dicha y sus horrores.

Pero veo la malla y los millones
de peces capturados en la red
que alguien se lleva sin saber a dónde
y todo huele a tiempo y a después.

¿Es que la vida es una estupidez?
¿Somos piezas de un juego que alguien pone,
y saca y pone de nuevo? ¿Un ajedrez
que juega un genio poderoso y torpe?

Ya no sé, ya lloré, ya supliqué
a ese Ser Superior que se supone
que todo puede y si estás con El
a un mundo fabuloso te traspone.

Tal vez allá preguntaré por qué
este curso travieso se antepone
y pasamos al otro como pez
estúpido alimento de otros dioses.
.


Miguel Angel Vergara, noviembre de 2007..


MAV. noviembre de 2007

jueves, 25 de octubre de 2007

Término

No necesito que me ames.
Ni me mires, ni me toques si no quieres.
No necesitarás morderme, dulce infierno.
Mátame con la daga amarga y dura:
tu indiferencia manifiesta y brava.
Nada, nada de amor, de ningún modo;
No se ama razonando a la locura.
¿Quién soy yo para darte o pretender?
Solo un loco bufón atribulado.
Un imbécil vestido de payaso
que se enturbia y desluce frente al sol.
Tu dirigiste con destreza el golpe;
de tantos que me dieron fue éste el peor:
Me dijiste que no. Que no me amabas.
Y todo terminó.
Yo presumía:
Los testigos del tiempo, los espejos,
me iban preparando el corazón.
¡Hombre! ¿No ves acaso tu pasado
que hoy va delante tuyo y te precede
como un animal viejo y adiestrado
a guiar a su cueva al viejo amo?
Tu puedes presentarte grave y serio.
Cualquier otra intención no te va bien.
Tu cuerpo y alma son solo un reflejo
de un tiempo que ya estuvo y ya se fue.

Miguel Angel Vergara

domingo, 14 de octubre de 2007

Consigna

*


Se acabó el orden se acabó el cuidado,
el recato, lo recto, lo debido;
el cauto celo, precaución y esmero
mirando la hora, la ocasión y el rito.

Todo mi corazón ha sucumbido
al nuevo ritmo de la vida breve;
se acabó el tiempo de mirar quién viene
y si estamos desnudos o vestidos.

Vamos a amarnos en medio de la plaza,
rodando entre la gente y los aplausos;
muérdanse con lujuria nuestros cuerpos,
olvidemos los cuadros de los santos.

Huyamos de una vez del compromiso
de si duerme o despierta nuestro hijo,
alarmemos el sueño del vecino
con jadeos, espasmos y gemidos.

Que todos vean como nos amamos
y fulguren los átomos del cuerpo…
Para eso somos, mi amor, para eso estamos,
¡Hagamos el amor al Universo!

MAV. 10-10-07.

(*) Cuadro: Patios de Rumbo, Miguel Ángel Vergara.

jueves, 20 de septiembre de 2007

Recuerdo

Dedicado a mi novia-esposa Cecilia.


Como un capullo colegial, acaso
adornando mi pecho florecido,
bailabas una noche entre mis brazos
que creían el sol haber asido.

Tenías dieciséis años apenas,
dieciséis años que formando un ramo
de fragantes y níveas azucenas:;
cantaban la virtud del corto tramo.

Y llevabas el sol de la mañana
ceñido a la cintura por guedejas;
calzabas dos cervatos de badana
y reflejos de luna en tus orejas.

Eras la reflexión de mi tristeza
que en septiembre, de agostos me atraía;
de mi fuego de amor la fiel pavesa
que devenir mi estrella prometía.

No recuerdo qué hablamos ni qué hicimos,
si a tus mejillas deslucí el color,
pero ahora sé que lo que allí vivimos
era la tierna edad de un gran amor.

Miguel Angel Vergara.

Insomnio

He resuelto que en mi sueño
toda la noche he de verte,
aunque no quiera la suerte
y aunque me mate el empeño.

Y a mi descanso desdeño
si no puedo ser durmiendo
de mi corazón latiendo
el enamorado dueño.

Quizá se niegue mi mente
creyendo tener razón,
pues cree demasiado don
el verte continuamente.

Más le ordeno al corazón
que me conceda el pedido
porque he de matar mi olvido
aunque pierda la razón.

Y si soñando dormido
aún tu presencia no advierto,
he de soñarte despierto
par a par con mis sentidos.

Miguel Angel Vergara.

Gracias

En medio de mi andar errante y hueco,
recibí la noticia de tu aprecio:
me mandabas un beso que de golpe
llenó el espacio y conmovió el silencio.
Fue un pequeño desliz de amor piadoso.
Un jaque al rey –no mate- aguzador.
Una linterna mágica de arrobo.
Una espina de miel al corazón.
Fue una idea genial en mil problemas.
Un sueño azul de príncipe poseso.
Una flor de tu luz, de mi quimera.
Un suave toque de fuego en el invierno.
Fue una estrella fugaz que dura siempre.
El lance justo al corazón dormido.
la cura musical del cuerpo herido.
Una ilusión, un sueño, un imprevisto.
Fue una tierna esperanza en el destierro.
Una especie-especial de juego eterno.
Una guía en la calle que camino.
La gota de agua fresca en el desierto.
Gracias por dar así tanta riqueza,
tu sentir, tu palabra, tu recuerdo.
Guardaré ese tesoro para siempre
en el fondo de mi alma en que te llevo.

Miguel Angel Vergara

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Remezón

Si te quedas allí haciendo el cuerdo,
observando tu cuerpo y tu fealdad,
buscándole el sentido a las ideas
y el lado positivo al accionar,
pasarás como el hombre aquel muy bueno,
que se aflige por todo y nada más.
Hace mucho que miras como triunfan
esos locos que hacen lo que creen,
que conmueven al mundo con sus obras,
así los mande Dios o Lucifer.
Vas mirando de atrás muy altanero,
señalando el camino del deber.
Vas llevando en la mano el reglamento,
o la disposición muy clara de la ley.
¡Ay, padre! Tu me diste tu alma.
¿Para qué me enseñaste a discernir?
¡Cuántos goces y triunfos y ovaciones,
por pensar, de este mundo me perdí!
Hoy estoy loco, loco como un cuerdo,
un cuerdo de hoy, de esos muy serios
que compran el revólver más brillante
para calmar su estrés, y sin querer
le disparan sus balas a los necios
que caen absortos sin saber por qué.
Yo ya tengo el revólver pero quiero
resarcirme con él de la templanza,
el juicio justo y el trabajo fiel.
Hacer de golpe lo que no hice nunca,
lleno de orgullo, pleno de altivez.
Quiero volar mis sesos desgastados
con una bala blanca como un sol.
Una bala que luzca en mi cabeza
como joya incrustada de razón.
MAV. 2003.

Quedar

Yo no conduje mi infeliz carrera.
Como una pluma desprendida en vuelo,
raro destino me sopló hacia el suelo
y hoy soy recuerdo de lo que no fuera.

Una sombra de hombre lastimera,
más que cansada, herida, sin consuelo,
que acuciada por su nervio aéreo,
quiere volar, tropieza y aletea.

Y cuando cae comprende que la idea
resultó un golpe más, y que el desvelo
por querer ser un ave en pleno vuelo
solo es la muerte que sagaz acecha.

Mi soledad entonces trae recuerdos
de otros que como yo quisieran
un tiempo más versátil que pudiera
retrotraer los hechos y los sueños.

O al menos una luz que produjera
una sombra navegando el cielo,
y a veces alguien, sin querer, me viera
y con dulzura me arrojara un beso.
MAV. 1-9-7

Poemas silvestres

I

Urge que diga al equino
que desfilemos la brecha;
sin más ni más, sin lisonjas,
sin tinos en la frontera,
sin sentir sangre en las venas,
ni asperezas en las manos.
Vamos por el monte seco
al encuentro de la espera;
todo gris, todo sordera,
sin escuchar a Vivaldi
describir la primavera.
Vamos animal humano:
el vandalismo es tarea,
hay que cumplir con el plan,
hay que seguir la marea.

II

No sé qué soy ni lo que hago;
no sé cuál será mi suerte.
Se desvanece mi cuerpo,
voy camino de la muerte.
Se cae mi musculatura
sobre huesos que se ablandan.
Debo vivir el momento
sin saber qué es la locura.
Ser un enfermo bien sano;
un santo audaz, infrahumano,
un luminoso gusano
dando vueltas a la luna.
Quiero arrojar mis vestidos,
como lo hizo San Francisco.
Que me vista Dios, no Cristo,
con el azul de la aurora.
Que mis músculos de mármol
sean flexibles y rígidos,
como esculpió Miguel Angel
los de David y Moisés.
No quiero tener más dudas,
que me sature la fe.


III

Yo soy como escarapela
de un país que ya no existe.
Soy Dioniso con las uvas,
vengo de Zeus por las venas,
alimentando sarmientos
que no van nunca a la escuela.
Con “El gran masturbador”
que a Gala pintó serena,
me voy por el monte yermo,
con mis piernas de gangrena.
“I apologize, dissent,
mi melancólica nena”.
Si tuviera veinte años
no me andaría con vueltas.
En la acción está la vida,
hay que matar las ideas.


IV

Vamos ya, dame la mano,
vámonos con nuestras alas,
que allá debe estar lo bueno,
lo esencial, lo más sagrado,
esperando que subamos
como novios al altar.
Tú de blanco, yo de negro,
como Davis y Diana,
con los sonidos de Mingus
escarlatas y amarillos
y tus ojos azul cielo
y el cielo en tu vientre vivo.

V

Liberemos la acuarela
con agua pincel y chorro,
que transparente la escena
en que de oscuro me borro.
En el fondo tengo el alma
pintada con temple y óleo.
Que me soporte quién quiera
aunque yo me aplauda sólo.
Quiero volar a mi modo,
la tierra me desespera.
Payaso que gesta sólo
vuela en avión de primera.


VI

El pasado no se toca,
ni la música tampoco.
Pero hay un puente invisible
entre tu boca y mi boca,
donde elementos opuestos
se complementan, se rozan
y se prenden como fuego,
fuego que funde las rocas,
y crean, crean y crean,
todo feliz, todo nuevo,
todo espacio, todo tiempo,
todo musical y alado.
Ni la música se toca,
ni tampoco lo pasado.


VII

Nosotros somos las sombras
que el firmamento proyecta;
todos sufrimos de penas,
todos tenemos defectos.
Las sombras nunca son buenas,
son solo un tanto de intento.
Sigamos la senda abierta
por otros destinos muertos.
Supliquemos la existencia
de un ignorante pasar,
apartados del vulgar
tormento de la conciencia,
por no tener plumas y alas,
por el destino vulgar
de nacer para ser nada.


VIII

El amor es apetito;
una ansiedad digestiva:
“Te quiero y te comería”
dice gustoso el amante,
y elige lo que es más lindo,
lo más sabroso y humano,
la boca que tiene lengua,
jugos, palabras, silencio,
música, luz, sombras, tientos,
y sangre, sangre traviesa,
sangre de mil condimentos,
leche, miel y fruta roja,
mezcla de amor y misterio,
como la vida y el sueño.


IX

Si yo fuera tu marido,
no andaría con ambages,
te sacaría el vestido,
arrojaría mi traje,
y empezaría a beberte,
despacito, saboreando,
cual chocolate caliente.
Asumiría tus gemidos,
cuando mi boca en tu ombligo
me pierda en lo irracional,
y entonces te mordería
hasta saberte sangrar.

(Parece que en todo existe
un juego dulce de encaje
entre algún punto concreto
y otro que es un ideal).


X

Vamos animal humano,
hay que seguir la marea.
No vayas a ir contramano
y menos aún te detengas
a mirar para lo alto
a ver el menú de estrellas.
Sal sin sodio es la consigna,
huelga constitucional,
y extención de la tarea…
Hay que seguir adelante
resbalando en salmonella.


XI


El avión va hiriendo el aire
y la herida lo sostiene.
La vida hiere las almas
y la herida las deviene.
Vayamos juntos a lo hondo
y engendraremos poemas.
Estos no son más que sueños,
sueños que el día recrea.

MAV. 2000

Miedo

Yo me inscribo en la lista de los tontos
que creyeron en el amor sincero,
me alisto en la fila de los necios,
me insulto y me aborrezco.

Yo me odio con ansias por poeta,
por amante, por bueno y justiciero.
Reniego de las letras de mi nombre
y condeno mis sueños.

Yo le ordeno al gobierno de mi tiempo
y al mismísimo rey de los infiernos
que a pedradas acaben con mi vida
y derritan mis huesos.

No merezco vivir; no lo consulto,
sino que lo decido y lo decreto.
No merece vivir quien ama el fuego,
pero le tiene miedo.

MAV. 1950/ 1960.

Pasión

Anoche he visto cuervos
convertirse en palomas
y la metamorfosis de la larva
en tenue mariposa.

Anoche ví unos cardos germinando
espíritu de rosa,
y fundirse al calor viril mi cuerpo
a un cuerpo de magnolia.

Embriagado de amor, yo vi dos almas
que a rogar, se elevaron, a la gloria
penetrara su luz en dos amantes
que ansiosos se estrechaban.

Anoche vi dos rayos fulgurantes
caer sobre dos brasas,
y tanto fue el calor que llegó al cielo
en una sola llama.

MAV. 1950/ 60.

Mi sombra

Hace algún tiempo descubrí que mi sombra es de piel de murciélago.
Mi reacción más inmediata, casi instintiva, fue desprenderme de tan extraña proyección procurando poseer una sombra normal, como la de cualquier individuo. De allí que haya emprendido carreras desenfrenadas
y logrado los más extraños esguinces para despistar a mi sombra; que haya pulido paredes, pisos, objetos para borrarla; que haya llegado a disparar contra ella en un momento desesperado en que regué de cápsulas mi habitación solitaria.
Pero todo fue inútil. Arribaba a la locura mi fanatismo al comprobar con miedo, por el rabillo, su concadenación con mi figura, cuando empecé a buscar en la más absoluta oscuridad un momento de reposo para reflexionar.
Pasé largos días encerrado, y a ciegas pensaba con angustia en el momento
en que el sol o la luna o una lámpara descubriera a los ojos de los demás, mi sombra de quiróptero proyectada en sus más diversas fases. ¿Oh, ni pensar que una luz me iluminara desde abajo y de cerca: mi sombra invadiría toda una pared, quizá un techo con toda esa figura!
Pero aquello no podía durar; mi enclaustramiento no aclaraba nada; sólo lograba otorgar a mi sombra de mamífero volador un letargo propio de su naturaleza que tal vez renovara sus fuerzas y alimentara su perímetro. Debía salir, comprobar el asombro y la reacción ajena, pedir ayuda, volver a mi vida normal, a mi trabajo, a mi hogar, a mis amigos…Con o sin sombra de piel de murciélago debía vivir conforme a mi naturaleza que,
no dudaba, era humana.
Muchos fueron mis desvelos y mis sufrimientos; muchas fueron mis preguntas y variadas las respuestas. Investigué en libros, consulté médicos,
busqué en cada persona otra sombra semejante; razoné, imploré y pensé, pensé, pensé.
Hoy, finalmente, todo lo que puedo decir es que mi sombra es de piel de murciélago y que posiblemente ella sea mi sombra definitiva.
Descubro su orígen ya en mi infancia. Ella ha secundado siempre mis actos
y le ha impreso el sello de su naturaleza, su torpeza, su debilidad, su oscuridad, hurañía y misterio.
No, no soy un monstruo, ni un individuo híbrido, ni siquiera estoy loco.
¡Oh, si estuviera loco quizá no poseyera mi sombra de piel de murciélago,
tal vez mi sombra fuera de plumas de águila o de piel de zorro! Pero no estoy loco. Soy una persona totalmente normal que posee una sombra de piel de murciélago, y eso ya no me extraña, ya no me espanta, por el contrario, en oportunidades me ayuda y me hace feliz.
MAV. l955/ 1961 -

La Guerra

LA GUERRA


¿Qué es la guerra? ¿Qué es esta ceremonia
cuya observancia el hombre no descuida?
¿Acaso la razón contradictoria
que dirige el misterio de la vida?

vive la muerte en esta paradoja,
que la muerte es vital que esté presente.
Las alegrías fluyen de congojas,
la conciencia esencial, de lo inconciente.

Es el calor febril del frío humano,
es la música atónica del verbo,
la irremediable enfermedad del sano,
el cielo azul del abismal infierno.

Es la soberbia ciega de la recua
que en espectral declive del camino,
convencida de ser sigue la recta
hacia el no ser fatal de su destino.

Es la interrogación de lo acertivo,
la ceguera total de la lectura,
la dilogía de lo relativo,
la médula espinal de la locura.

MAV. 1982.


LA GUERRA II

La cornamenta bélica se enreda
con su orgullo carmín formando cruces.
Es el mundo tribal de las ideas
que granizan horror y lo difunden.

La lluvia horizontal de armas parleras
que desgarra las hojas y los cuerpos,
hipnotiza la paz de la ribera
absorta ante el rugir de aquellos verbos.

Hay heces en la aurora, y en los juegos;
hay ansia en el crepúsculo quebrado
por la lánguida mística de ruegos,
Y hay corales, sí, corales vertebrados.

Corales que se arrastran y se aprestan
en la tierra social de gris y verde,
que se quiebra y se hunde, y en sus huellas
certifica el hedor del inconciente.

¡Luz! ¡Quién descubrir pudiera
tantas palpitaciones fenecidas
en un segundo. La naturaleza
de arbitrales neuronas encendidas!

Tanta especulación de ontología
a través de los siglos acuñada,
la ilumina el relámpago de un día
y resuelve un plumazo de metralla.

MAV. 1982.

sábado, 25 de agosto de 2007

Opción

Los surcos del esfuerzo de la vida
se marcan en las manos y en la cara;
el sudor de dudar queda en la cama…
El día de morir no se adivina

Yo lo supe una vez en la cocina,
cuando mi madre aventaba el fuego;
ella dijo: “Vivir, hijo, es un juego
en el que pierdes siempre de partida”.

Se parte sin saber si vas de ida
o de regreso de un principio incierto;
si el camino es el recto y verdadero
o una trampa, un siniestro, una caída.

La pobre mente la esperanza abriga
de un mañana seguro y placentero,
mientras tanto camina al vertedero
donde la carga del saber se olvida.

O quedamos pasivos de movida,
mirando absortos el correr del tiempo,
jugando a laberintos y lamentos,
hasta llegar al punto de salida.

O salimos corriendo a la deriva,
como esos perros que largan hambrientos,
a morder hechos, tiempo, experimentos,
hasta que nos sorprenda el fin del día.

Eso es todo, señor, eso es la vida,
un pasar por el mundo de la duda,
yendo y viniendo con el alma oscura
sin saber qué es verdad o qué es mentira.

MAV. 20-8-07.

Propuesta

Necesito verte, suerte, muerte,
infierno sano.
Necesito que estés conmigo ahora
en este trance,
que no es nada raro.

Con una sola bala que atraviese
las cabezas bien juntas de los dos,
no podrán despegarnos del abrazo…
Y si no es una bala, que sean dos.

Si en el momento más crucial y justo,
nos besamos,
la sangre saldrá de nuestras bocas
y nos beberemos mutuamente,
como gemelos en el vientre,
como hermanos.
(En el vientre nada nos está vedado).

No hablemos de destino ni de angustias;
que si la muerte es fría, seca, nada
u otro mundo peor.
Vámonos a saber que me tortura
seguir mirándonos y a la deriva
pensar y sentir cosas distintas,
creyendo que creer es lo mejor.

El mañana voluptuoso se acabó.
Ese mañana que nos tiene enfermos
de ansiedad y de tedio, terminó.
Se acabó el pensamiento y la razón.
¡Qué importa si la flor se marchitó!

Lo único que importa ahora ¡con cuidado!
es que todo salga bien y que la muerte
no pueda separarnos nunca más.
Que nos entierren juntos, bien pegados,
con la sangre coagulada de los dos.

Yo estoy dispuesto vida, amor y suerte.
Estoy dispuesto y no es una expresión.
Es la fórmula más simple del encuentro,
de no perdernos en la desazón
de querer saber y no saberlo…
¿Qué es el amor, mujer, qué es el amor?
¿Por qué yo te amo así y tu a mi no?

MAV. 20-8-07.

¡Todavía no!

*

Cantemos, cantemos, ahora que podemos,
cantemos el canto que anoche soñamos;
no digamos nada que si está nublado,
o si truena un rayo que ilumina el cielo.-

Vivamos, vivamos frutando lo nuestro,
llevando en las manos callos del esfuerzo
por plantar las plantas que sirvan de ejemplo
a los hijos nuestros y a los hijos de ellos.

Ellos ciertamente, sabrán comprendernos,
brindarán con vino de los callos nuestros,
sumarán constancia, sumarán afectos,
jugarán sus hijos sobre nuestros cuerpos.

¿Y si no qué pasa, cuál es nuestro objeto?
¿El amor de un día, de una noche, un sueño?
¿Contar nuevamente redundos sucesos,
caminar mirando el juego de espejos?

¿Leer las novelas de viejos maestros,
que narraban claro con sabios conceptos?
¿sentir que las lágrimas se nos salen solas
cuando recordamos los viejos momentos?

¡NO QUIERO LLEGAR! ¡NO ME ARRASTRES TIEMPO!
Todavía corro, todavía trepo,
todavía aspiro a cumplir mil sueños.
¡Naceré de nuevo! ¡Por eso no rezo!


MAV. 2000…
(*) Cuadro: Intimidad, Miguel Ángel Vergara

Atajo

Mi verdugo pintó otra vez su trampa,
con su astuto mohín ensimismado.
(Se fue a dar una vuelta en el estrecho:
también tomó descanso).

Pero ya no me engaña, lo conozco
como la misma palma de mi mano,
y sé que la llanura no es tan grande,
aunque siga descalzo.

Ese sendero que marcó derecho,
que cruza la pradera liso y llano,
es un puro espejismo; serpentea
escabroso, erizado.

Por eso he de cruzar por aquel bosque
que aparenta ser lóbrego y cerrado,
porque allí sé que mi verdugo oculta
un floreciente atajo.

MAV. 1970/ 1980.

Soy el sol

*

¿Quién fue capaz de señalar lo bueno
y lo malo en el mundo de mis actos?
¿Quién me inculcó en el alma sentimientos
de piedad y cuidado a los incautos?

El sol quema la tierra y los sembrados
sin mirar si lo arruina al buen labriego.
Brillante como es él así se muestra,
con su luz, con sus rayos y su fuego.

No puede andar gustándole a la gente
y brillar según crean necesario
A costa de su esencia y de su suerte
de centro del sistema planetario.

Ilumina igual lo bueno que lo malo,
tanto mata o da vida con su abrigo.
Sueñan con él la gente de los polos
y el desierto disfruta con su brillo.

Así quiero ser yo de luminoso,
diáfano y evidente, apasionado,
mostrarme sin disfraz y sin cuidado
de sentimientos vanos e ilusorios.

Y si violo las leyes despiadado,
si las ciencias sucumben con mi voz…
¡Qué me importa que digan lo que digan!
¡ Yo soy así señor, yo soy el sol!


MAV.
(*) Cuadro: El Diamante, Miguel Ángel Vergara

jueves, 16 de agosto de 2007

Poesías

*

CONOCIMIENTO


¡Beati qui non viderunt, et crediderunt!
(San Juan. Evangelio 20,29)

Cuando la tierra que se anima sola,
se convierta en sustancia de reposo;
cuando la luz universal se apague
y ya tus ojos no reflejen nada,
en el imperio del silencio negro,
persistirá despierta la esperanza
y en el momento más certero y justo
seguramente lo sabremos todo.
La razón lucirá brillante y pura.
Un ser compuesto por los elementos,
explicará la realidad y el verbo,
el juego universal de los opuestos
y la conformación de lo perfecto.
Por qué empezó y termina el universo,
la vida, el amor, el odio, el sueño.
Por qué estamos aquí y a dónde vamos.
Sabremos qué es la música y la luz,
la línea, el color y el movimiento.
Veremos claramente las esencias.
La razón de lo malo y de lo bueno
y podremos vivirlo para siempre
sin agravios, sin dudas, sin fronteras.
Una alegría invadirá las almas,
la juventud conformará los cuerpos.
No habrá verdad ni deseo insatisfecho.
Seremos pura luz, conocimiento.

MAV. I-2000.



SONETO AL FIN

He plegado las alas, trastrocado,
vuelvo al infame mundo de los quietos
que examinan sus propios pensamientos
esperando encontrar lo no logrado.

He plegado las alas. Resignado
veo pasar el tiempo como un sueño.
Digo sí a lo habitual, ya nada creo.
Obscuro y silencioso soy pasado.

He plegado las alas pues el viento
que me hacía volar se ha detenido
en algo principal del universo.

Nada me impulsa ya y no he partido:
ave pesada que agotó su vuelo
sin haberse del suelo desprendido.

MAV. 7-8-7.



ME VOY

Me voy porque soy bueno,
no porque lo deseo.
Huyo porque estoy sano
de vivir entre enfermos.

Siento dejar el juego
de furtivos festejos.
Me voy porque estoy sano.
Aquí no pertenezco.

MAV. 27-3-06.


(*) Cuadro: Transferencia, Miguel Ángel Vergara.

Boyero

*

Boyero



Clarines de vidrio verde
incrustados en mejillas
pintadas de rojo fiebre,
con ansias de pesadillas
de imágenes como sierpe
que en la sangre se desliza.

Rutina el paso dirige
gacha la testa a su casa,
quien ante nada se rinde,
a nada le da importancia,
ni sabe para qué sirve
de Dios la divina gracia.

Plañir áspero de botas
anuncia el fuero animal.
Atenta teme la esposa,
que de saber soportar,
como espina de las rosas
es de cobre vegetal.

Adentro duermen los hijos
de aquel pedazo de pampa;
callados siempre,sumizos.
De día carga en el anca
el más crecido al más chico
cual ángel que lleva un alma.

¡Ruge la tierra y el vino.
Furioso escupe tabaco
por el labio leporino.
Nunca se tiene por malo
aunque injurie su destino
y apostrofe lo sagrado.

Tiene alma, tiene alma,
tiene un buen alma ¡Carajo!
Sin condiciones ni rasgos,
sin tiempo de ambicionar;
su redención es trabajo,
su dolor la realidad.

MAV. …1970.



(*) Cuadro: La Casilla de Menchaca, Miguel Ángel Vergara.

Poesías

TRES TOMAS

Mira los hechos y verás un río
de aguas caudalosas y agitadas
que hablan de todo y no resuelven nada,
que son pura ilusión y desvarío.
Escudriña en el fondo de los temas
tratando de obtener significado;
examina la vida con cuidado,
la muerte, la virtud, la luz las penas;
la lluvia embravecida o silenciosa;
la gota de la lluvia y el amor,
el duelo, el sacrificio y el dolor,
el sol y la fragancia de las rosas.
Observa a las mujeres más hermosas,
al genio, al rico, al pobre, al despreciable.
Y piensa, piensa con cuidado
en la armonía astral del universo,
en el canto que surge de los versos
y en el sueño de los enamorados.
Y nada tiene fin, nada sentido.
Es una retahíla de accidentes,
entre los cuales viene y va la gente
sin saber el por qué de tal destino.

Yo no.
¡Qué me voy a poner a pensar todo eso!
Prefiero arrastrarme por comer melones,
robados al dueño del campo.
Y si éste me tira una perdigonada,
según dónde me pegue
me expreso a los gritos,
largo lo que me viene en ganas,
bien de adentro,
o me voy
a mi casa
a dormir.
Mañana se verá qué pasa.
No es lo mismo hoy que lo fue ayer.
No es lo mismo Amanda que Raquel



Amanda,
de baja profundidad vaginal.
Ella buscaba solucionar su regla
porque su psicoanalista la acosaba.
¡Ay Amanda!
¡Qué suerte!
¡Susto!
Ilusiones, gatos peces y recelos
por parir dos veces
en el mismo troje;
a caballo del sur
que necesita gente.
No sabía por qué,
pero había oido.
Tal vez así
se fabricarían más autos y aviones
y sus generaciones futuras,
bien genéticas,
parirían en el vacío.

Raquel, en cambio,
siembra y cosecha resentimientos salvajes,
porque vino el colonizador
y ella le dio de beber de sus pechos
cargados de leche de América.
(Y ahora está arrepentida).
Raquel,
huele a remedio inglés
y su sangre,
que es sangre mixturada,
espera la revancha con los hinchas,
con las manos cargadas de cadenas,
y el cuello que revienta de los versos
de Martí, de Alfonsina,
de Darío y Soledad Rutera.
Esto no merece genital alguno,
pero el planeta sí.
¡Un gran genital que lo gobierne a palos
en democracia plena!
Total el azul no es la luz
y si discutimos un poco,
al final la luz no es nada.

Amanda y Raquel:
una verdadera cachetada.

MAV. 2000.



La Verdad

*

“No hay que mentir” –decía mi maestra-
“al que miente le crece la nariz”.
Una dulce mentira su advertencia,
que mintiendo enseñaba a no mentir.

Acaso la verdad es una treta,
o un juego de color o de matiz:
por un lado te aperciben que no mientas
y por otro te enseñan a mentir.

Además hay que tener en cuenta
que la verdad es un riesgo a discernir:
si la dices te cortan la cabeza
y si mientes te crece la nariz.

Compleja realidad y consecuencia
que aprendemos de entrada en el redil:
la mentira inicial de la maestra
es el escepticismo de raiz.

MAV 04-1997



VERBI GRATIA

Sospecho:
Soy el sueño de un preso
a quien la vida condenó a perpetua.
Soy una triquiñuela del silencio.

Pienso:
Alimento mis sienes
con la grasa brillosa de lo estéril.
Soy la jungla rodeada de melindres.

Confieso:
Soy depósito de humo
en sentido proclive hacia la queja.
Soy el símbolo cruel de lo importuno.

Sostengo:
Soy la humedad futura
que aspira liquidarse tenuamente.
La límpida fluidez de la locura.

Resuelvo:
Soy la sal de mi desierto;
la forma cristalina de lo inerte.
Estoy definitivamente muerto.

MAV. …1998.


(*) Cuadro: El Secreto, Miguel Ángel Vergara.

lunes, 23 de julio de 2007

Música eterna

*
Desde la década del sesenta del siglo pasado, el mundo de los artistas plásticos occidentales (en la Argentina especialmente en el famoso Instituto Di Tella) veia caer la pintura de caballete, o al menos sentía una extraña sensación de extinción como creación artística y su caída a la condición de elemento decorativo de paredes de edificios públicos o departamentos familiares. Nuevas técnicas como las instalaciones, la electrónica y la óptica, entre otros, vinieron a desarticular “el cuadro” que, desde principios de siglo, venía sufriendo a su vez, una serie de transformaciones impulsadas por escuelas que iban tomando espacios, a veces de corta duración, que dejaban un remanente de libertad expresiva respecto de las normas académicas y enseñanzas de los viejos maestros. En algunos casos también influidas por acontecimientos nefastos como la primera y segunda guerra mundial y la explosión de las primeras bombas atómicas que tenían –y tienen cada vez más- el poder de destrucción y barrido apocalíptico. Consecuentemente, sucedió el acondicionamiento del hombre a la idea del hoy, del ahora mismo y del yo. Se trataba y aún se trata de un sentimiento justificado que pugnaba por rebelarse desde el fondo del alma al mundo del pensamiento a través de los filósofos, sociólogos, poetas, escritores y pintores y todos aquéllos que plasmaban en sus obras el profundo sentimiento de inseguridad sobre la tierra, la humanidad y su futuro. El existencialismo, el expresionismo, el concretismo, el singularismo y el terrorismo, se impusieron en el mundo. Nadie aceptaba la posibilidad de esculpir o pintar incómodamente durante años una obra que previsiblemente podría ser destruída al día siguiente. La regla técnica que prevaleció fue la de la espontaneidad sin cánones, sin rimas, sin medidas, sin belleza. Por el contrario, tomaron interés las cosas feas, herméticas y sin principios ni fines con proyecciónes nobles, aspiraciones substanciales y eternas. Nadie pretendió más representar el mundo de hoy, mañana y siempre. ¡Claro! El retrato de una dama para perpetuarla en una obra de arte no tiene mucho sentido frente a la cirugía estètica que la transforma a gusto y parecer, de un día para otro. El hoymismo o Ahoramismo pasó a influir de manera tenebrosa y solapada el quehacer humano de todo orden, inclusive científico, político, económico y filosófico. El hombre puso por encima el estar más que el ser; el yo por sobre el nosotros; el individuo por sobre la humanidad y lo descartable por sobre lo durable y permanente. Un elemento casi ideal: el dinero, vino a constituir mediante su atesoramiento, lo trascendente. Las obras arquitectónicas de altura ganaron fama por sobre las de superficie como demostración de poderío de la riqueza. Pero cuando los aviones terroristas derribaron las torres gemelas y los movimientos de tierra sacudieron los departamentos altos, los habitantes, propietarios y arquitectos, empezaron a pensar que todavía había mucha tierra firme donde dormir tranquilo y que subir o bajar del sexagésimo piso era molesto y peligroso.
Luego entonces pintar un cuadro para que durara doscientos años , escribir un libro o esculpir un mármol para siempre, no parecía muy razonable; lo mismo que fabricar un auto para que dure un siglo, ni medio, ni cuarto. El hoymismo y el ahoramismo se constituyeron en un cimiento silencioso y sibilino de la cultura humana. El plástico desplazó al hierro; el cuento corto a la novela río; la metáfora de una palabra en todo un verso y de dos o tres en un poema; la sicalipsis al amor hasta que la muerte nos separe .
Esto trajo consigo el facilismo y el inmanentismo como paradigma vital, para lo cual era necesario borrar la idea de toda trascendencia y rendir pleitesía a la riqueza y a las ideas para hoy; rechazando toda idea de Dios como ser eterno y todopoderoso.
Advierto a diario como reflexionan los críticos de arte, porque desde que Marcel Duchamp puso su firma en un orinal que llamó “La fuente”, en adelante , las reglas y los principios de las obras plásticas fueron cayendo y dejadas a un lado, como los valores humanos y los consejos del mayor. De pie sobre el solipsismo, tembloroso y de capa fina, conviene más elogiar cualquier cosa por más que a simple vista sea una paparrucha, con tal de no caer mañana en la noticiaa que obtuvo un premio importante que supere su propio criterio y lo deje mal parado. Los críticos, entonces, se convierten en desidores de términos ambiguos, como los políticos y los curanderos. Hay páginas enteras de diarios y revistas especializadas o no, de las cuales no se puede obtener una conclusión firme que oriente al menos al turista del arte, al menos ilustrado en la materia, que no conoce la obra y está dispuesto a viajar para verla y si le es posible adquirirla aunque más no sea para adornar su living.
Lo mismo pasa con la danza, el teatro, la poesía , la arquitectura y el cine. Contando solo las artes, porque si seguimos examinando otras materias quedaríamos extenuados.
PERO LA MUSICA NO.
Tal vez el primer sonido armónico haya sido muy anterior al primer bisonte de Altamira o los primeros dólmenes del neolítico y quizá al morir, antes que ver personas o paisajes, escuchemos música, pero, sea como fuere, la música es eterna como el universo y las matemáticas.- La música es eterna desde el big bang o desde que Dios habló desde lo alto, o al menos desde que existe el viento. La música es eterna como la luz y la sombra, como lo infinito y todo lo supuesto. Música primitiva, música clásica, música concreta, música bailable, música popular. A nadie inquieta o molesta que haya música para reyes, músicas para iglesias, música para bailar.músicas regionales, nacionales, para dormir, para saltar, para enfermos, para las alturas, para las bajezas, para festejar o para matar.
Los críticos musicales saben perfectamente cuáles son las notas, los acordes, las octavas, lo armónico o lo dodecafónico que corresponde a cada caso y entonces con firmeza y convicción, puede calificar.
Además la música sustenta la danza, la poesía, el teatro y por qué no la línea, el plano, el volumen, lo estático y lo móvil. La música supera la luz y la sombra. Frente a lo negro de la noche el sonido de un piano puede hacernos llorar, reir, cantar, bailar, sumar, restar y hasta soñar. “Puede oirse la música con los ojos abiertos, haciendo compañía a una forma que se expone y se desentraña; puede oirse también con los ojos cerrados y aún con el alma tanquam tabula rasa, y Dios sabe cuantas cosas nacerán entre el corazón y los arcos; puede quererse oir también con un pequeño báculo –eso debía ser el programa de mano- donde cada música importante tenga no sólo fecha y ambiente, sino situación entre el mundo que le dio vida” ( Dice el prólogo a la primera edición de la “Historia de la música” de Federico Sopeña, en Salamanca , Colegio de Santiago, Fiesta de Santo Tomás de Aquino, 1947). Agrego que hoy los sordos escuchan música -a su manera- o sea que la música es para todos y, por otra parte, la música desde la monodia, o el primer la de Gregorio, es la manifestación fundamental de la existencia humana en cuya esencia está Dios y está la música.

MAV. 28-6-07
(*) Obra: Bodegón, de Miguel Ángel Vergara.

jueves, 5 de julio de 2007

Un poco de lo que nos pasa hoy.

Esto se veía venir. El positivismo fue estragando sin miramientos nuestros juicios morales. Nos invadieron las imágenes externas a través de la luz y la audición tecnológicamente inmediatas y desvirtuamos totalmente las normas de nuestros propios principios. Poco a poco, por via de la diversidad de interpretaciones, nos fuimos absolviendo, con curiosa candidez, de nuestra degradación del razonamiento lógico, simple y directo. Olvidamos los propósitos fundamentales del alma humana y los valores morales que nos mantenían tan seguros y de pie frente al mundo. Caímos en la materialización hedonista fácil e inmediata, con ganancias al dia, no para después de muertos. Van Gogh y Belgrano de pronto dejaron de ser ejemplos virtuosos, para pasar a ser tontos históricos, con una iluminación esporádica de dudosa procedencia, que les permitió elaborar obras o realizar hechos que después adquirieron valores extraordinarios para gloria de los más pudientes.
Todos los fines se transformaron en individuales, sin consideración alguna con los fines públicos. De tal modo el quehacer político del hombre descendió al nivel del juego de azar, practicado por quienes primero perdieron los valores y se anotaron en el buen negocio de ser diputados o senadores en las listas sábanas que nadie lee. Y ahora se ha llegado al colmo de jugar a ser presidente, poniendo verbo y presencia con dedo acusatorio y dedo directivo de hasta el más humilde ciudadano, pisando sobre el peldaño gastado o previamente ensuciado de los que estuvieron antes. Y este juego pueden jugarlo todos: los probos y los mafiosos, los santos y delincuentes, los tarados mentales y desviados morales. Cualquiera de ellos –según atienda o no el teléfono, o soporte los micrófonos- contará con un número apreciable de majaderos batiendo el parche de la crítica periodística, obsecuente y vacía, que no posee discernimiento alguno para poner en primera plana la trivialidad y la incompetencia absolutos.
Por detrás del rey sorteado, el bufón le canta loas y hace mil piruetas mientras se sienta bien pagado. Si no, discrepa, le clava puyas de todo orden, revela los secretos y es capaz de hundirlo y entregarlo a las fieras con tal de hacer mejor negocio.
Está en boga lo nuevo y lo joven. No importa quienes ni por qué, solo que sea nuevo y joven. Y hay gente de edad madura que cree que defendiendo estas premisas y filtrándose sudorosos en las manifestaciones de púberes embozados, mandados y pagados, han de detener el tiempo, su propio tiempo y la memoria de lo ya vivido, que no tienen empacho en sostener y revivir, en lugar de apoyarse, como buenos viejos, en la experiencia y el conocimiento de lo ya vivido, de lo ya quemado, para no quemarse de nuevo.
Hemos llegado al punto de aplaudir y posiblemente votar, al payaso y su farándula, con un desprecio total por los valores del conocimiento y la aristocracia del saber. Mientras Occidente asciende por los peldaños del conocimiento y las tristes experiencias que no olvidan y asimilan positivamente en unión y libertad, nosotros nos fundimos en nuestra individualidad casera, miserable y altanera, resintiendo siempre del patrón, del que más gana; pretendiendo la igualdad teórica, aunque contradiga la constitución y las leyes y asumiendo la presunción de ser dioses con el recurso de un estado que da limosnas, en lugar de proveer las condiciones para obtener trabajo, previsiones para la vejez y vida digna de ser vivida.
Los razonamientos lógicos más sencillos son enseguida incorporados a una mezcladora estatal de comisiones, divisiones, secretarías, oficinas y departamentos que las descuartizan hasta hacerlos desaparecer como prestidigitadores que cambian una cosa de mano en mano, de dedos a dedos, de palmas a dorsos, hasta hacerlas desaparecer de nuestra vista. Y a veces, al igual también que los prestidigitadores, crean otro punto de atención, otro lugar hacia donde dirigir la mirada, para que no se vea el truco solapado y travieso.
Así es como el razonamiento lógico que permite resolver que “A mayor delito mayor pena” se lo somete a la licuadora ya descripta y se lo elimina sin miramientos como si molestara a alguien o fuera una estupidez.
A mayor delito mayor pena es tan sencillo como: A más frio más abrigo. Pero en lugar de procurar estufas empezamos por argumentar que en La Argentina no hace tanto frio como para matar gente, en consecuencia, con un buen pullover basta para resolver la cuestión, por lo que corresponde regalarle pulloveres a los pobres. Lógicamente que de esta manera falseamos o desfiguramos las premisas con resultados falsos. En cambio razonando correctamente podemos asegurar que las cárceles se hicieron para los delincuentes: Tu eres delincuente, entonces debes estar en la cárcel. Y los delincuentes deben estar en la cárcel para que aprendan y no cometan más actos delincuenciales y para que los honestos vivan en paz.
Pero no. Anatemas a mí por decir esto. Las penas y las cárceles no son para castigo, sino para obtener la reinserción del delincuente a la sociedad,
pronto y sin reservas ni antecedentes ni reincidencias que aumenten las penas porque estas proceden de la conformación genética, del ambiente, de la casa, del barrio, de las condiciones económicas, de la pobreza, la educación y de los medios de comunicación que divulgan exageradamente los delitos. ¡SOFISMAS! Puros sofismas que se divulgaron y tomaron estado público haciéndose populares e imperativas al punto tal que hasta dignos representantes de la Iglesia, de la Iglesia de Jesucristo que era pura paz, puro amor, todo sacrificio, han justificado la rebelión y la violencia por las diferencias sociales; anuncian estallidos sociales y acompañan, utilizando a Jesús como insignia, a los promotores de graves desórdenes, daños innecesarios, lesiones y hasta muertes en las calles.
¿A quién convence o conviene tanta corrupción moral y tanta violación jurídica? No sé sinceramente. No estoy en condiciones de señalar a nadie pero si es pura decidia del estado, sí lo acuso y lo condeno por inoperante y partícipe por omisión, porque las normas son tan claras y sencillas que nadie que detente un cargo público puede ignorar que, para citar algunas desde el principio de las acciones con discernimiento: 1) Los niños que no obedecen a sus padres; que faltan a la escuela sin justificación real; que no estudian su etapa obligatoria porque no se les da la gana; que molestan a los demás o que incitan al desprecio por la educación, deben ser sancionados –previas explicaciones- con llamados de atención, advertencias, amonestaciones, suspensiones y expulsiones si fuera necesario. 2) El maestro o profesor que no enseña debidamente, debe también ser sancionado. 3) El estado debe ser ínfimo y respetar el Derecho. 4) El ejercicio del poder en lo esencial, altruista y constreñido al cumplimiento de las leyes que se promulgarán de acuerdo al principio fundamental de la libertad y la felicidad en comunidad. 5) Los magistrados y funcionarios que cobran sueldos, son empleados de la comunidad. 6) La vida sexual del ser humano debe ser íntima. 7) El lenguaje debe ser educado. La vestimenta debe ser adecuada a la vida en comunidad. 8) Las edades deben ser respetadas. 9) El ahorro debe ser promovido. 10) Los menores que delinquen deben ser juzgados, condenados y sometidos a institutos y enseñanza especiales. 11) El funcionario que delinque debe ser doblemente condenado e inhibido de todo empleo público. 15) La reiteración agrava la pena y se produce habiendo mediado cualquier condena anterior, pudiéndose prescribir la primera, luego nunca más. 16) Los investigadores científicos sobre salud y progreso, deben ser alentados y premiados. 17) El arte debe ser libre, estímulado y apoyado. 18) La solidaridad interior y con las demás naciones debe ser altamente calificada, encarrilada y participada. 19) Las diferencias individuales y sociales deben ser respetadas. 20) Las vocaciones deben ser alentadas.
Los principios fundamentales provenientes de leyes naturales o que la razón impone por inequívocos y absolutos, deben regir nuestra vida social, sin imitaciones o sumisión a principios o leyes que no nos pertenecen, ni concilian con nuestro territorio, idiosincrasia y fundamentos históricos.
La globalización existe, pero las diferencias religiosas, idiomáticas, territoriales y culturales también, desde mucho antes y por mucho tiempo.

MAV.

17-7-02.- Revisado y concluido el 7-7-7.

viernes, 22 de junio de 2007

La Mujer. Matriarcado y destrucción.


La mujer, la hermosa, virgen, santa, mártir, abnegada, dulce, ideal, compañera, consejera, calma y buena mujer que se mantuvo siempre en el hogar, modesta y natural, sin ampulosidades ni muestras refulgentes, va siendo reivindicada poco a poco a la vida social. Emperadores, reyes, papas, patriarcas, guerreros, dioses, semidioses, profetas, magos y dueños y señores del mundo, fueron hombres y tuvieron a la mujer como ser de apariencia humana indispensable para el servicio y goce del hombre, sin perjuicio de que como él caminaran, pensaran (de alguna manera) y, a veces, hasta hablaran y opinaran. Pero lo fundamental, lo especial, la razón de de ser y estar la mujer en el mundo, era la reproducción. El hombre, en sus solaces, depositaba en ellas su semilla de vida y ella, cual la tierra, cultivaba en su seno un ser viviente para mantenimiento de la especie, cuando no para distracción y perpetuación del hombre, para que el emperador, rey, papa, guerrero. señor y dueño tuviera un sucesor también varón y perpetuara su ser en el mundo, su calidad y caprichos terrenales o sagrados; porque era el modo natural y crudo de la sucesión. La plebe se reproducía por instinto puro pero de la misma manera, para mantener la especie, por que si no ¿de quién iba a ser rey el rey, dueño el señor, o jefe el principal?
El mundo terrenal y el mundo supra terrenal era masculino. Dios era hombre en todas las religiones, que abandonaron el sol, el volcán, el mar o el tótem como ser superior a él mismo. Después decidió que si sus palabras o sus hechos, sus profecías o sus guerras, eran capaces de dominar y manejar multitudes, territorios, naturaleza e ideas, entonces él era Dios, o al menos alguien que se le parecía mucho, a veces alguien que lo superaba en sabiduría, en belleza, o en poder; otras en alguien que le había otorgado su poder para que lo ejerciera acá, en la tierra con la debida sumisión, invocación y respeto. Pero en todos los casos “hombre”, hombre en el estricto sentido de la palabra. No mujer. A nadie se le ocurriría que Artemisa, Minerva, Diana, Anubis, Lorelei, la Virgen María o Marilyn Monroe, podrían ser ese dios todopoderoso. que superara al hombre en sus poderes, o que creara o destinara al propio ser humano o al mundo entero con una finalidad trascendente.
Sin embargo, esa fuente de reproducción que recibía y relajaba al hombre con dulzura, luego que éste venía de herir o matar a cinco, diez, veinte o miles de hombres y hacer mil tropelías. Esa mujer débil, callada, obediente, que no participaba en las invasiones, en las guerras, en las conquistas, en los descubrimientos, en las carabelas de Colón, ni en todo el palacio papal , tenía algo que el hombre respetaba y deseaba. Tenía la belleza y una caverna, un nido, una residencia en su propio cuerpo donde uno se hacía, crecía, se alimentaba y un día florecía a la vida como otro ser humano más; y esto era una fuente interminable, indispensable, sin la cual el hombre se sentía sólo e inquieto ante la idea de la finalización de su especie y su desaparición de la faz de la tierra. Por lo que poco a poco empezó a considerar de otro modo a la mujer. (Alguien puede pensar que olvido mujeres célebres que pasaron a la historia, como María, Helena, Juana, Teresa, Cleopatra, etc.; pero éstas notables apenas fueron una excepción o un anuncio, una tentativa pero no una ley natural, una norma).
Cuando el volcán eruptó y enterró Pompeya, cuando las aguas sumergieron La Atlántida, cuando las columnas de mármol cedieron con el movimiento inatajable de la tierra, entonces el hombre macho en general, desechó del todo la idea o posibilidad de ser Dios y pensó que otro varón, que usaba o no trajes de guerra y sus armas, que era visible o invisible, que era una idea o miles de ellas, que estaba en el cielo, en nosotros mismos, en la tierra, en el Universo, en la palabra o en la fuerza, era Dios, o representante de Dios en la tierra.
Pero la mujer no. Con forma de mujer no, nunca. La mujer aceptó esa condición. Ella era la fuente reproductora con la semilla del hombre y nada más y encima el hombre la mandó a adorar a ese Dios todopoderoso al cual él, el hombre, le dio una forma de varón o señaló un lugar para que las mujeres fueran y se postraran a pedir por ellos para que triunfaran en las próximas guerras. No obstante, como de alguna manera a la mujer también se le había dado el don de la palabra y el razonamiento (discutible esto: Algunos piensan que la mujer no razona, solo intuye o adivina) se dio cuenta que tenía en su haber otros atributos: la forma, el modo, el erotismo, frente a lo cual el hombre sucumbía y posternaba. Y desde luego que la mujer empezó a usar esos atributos y a disponer algunas cosas, aconsejar, proponer, mandar. El hombre le cedió la educación de los hijos pequeños y ellas, con el mayor de los respetos, enseñaban a sus hijos varones a ser como sus padres, y a las mujeres, a ser como ellas. Los hijos fueron respondiendo bien a la ternura de la madre. Ella los alimentaba, limpiaba, cuidaba, curaba, etc. El padre, en cambio, los mandaba, corregía, reprimía y castigaba. Y, con el tiempo, esta metodología, fue dando sus frutos: El ser humano amaba poderosamente a la madre y empezó a odiar respetuosamente al padre; y si mamá, inclusive, era reprendida y violentada por su consorte, entonces el hijo llegaba a odiar doblemente al padre: por sí y por su madre y, en todo caso, si el padre había logrado alguna fortuna que no coparticipaba ampliamente con su familia, el odio se triplicaba o más.
Esos hijos, nuestros hijos, fueron, son y serán por algún tiempo más, los que encumbraron a la mujer y le pusieron la corona. El Papa Juan Pablo II mandó pintar o amurar una imagen de la Virgen María porque ni de ella, ni de ninguna otra mujer, existía imagen o representación alguna en la plaza de San Pedro en El Vaticano. (Pienso que cuando Miguel Ángel pintó la Sibila de Delfos en la Capilla Sixtina, lo hizo con una inspiración más erótica que sagrada y Karol Wojtila cuando mandó representar a la Virgen, lo hizo con una inspiración más maternal o demagógica que de inspiración sacrosanta.
No sé si Mahoma, Tao, Buda o Jesús tenían mujer de alguna manera, pero sí que no aparecen como algo fundamental o importante en sus vidas, sus doctrinas o sus obras.
No obstante el hombre, cada vez más erótico que sagrado, cada vez más materialista que idealista, cada vez más inmanente que trascendente, fue legando, entregando, capitulando a favor de la mujer, su condición, su endiosamiento, su mando y sus derechos naturales y adquiridos.
Y allí sobrevino el desastre.
Cuando Salomé pidió la cabeza de San Juan Bautista, sabía lo que pedía. Cuando la Reina Madre de más de cien años, no entregaba su trono, sabía lo que pretendía, porque tenían cabeza y naturaleza humana, y en la cabeza está el mando, el dominio y el goce de todo el cuerpo, pero fundamentalmente está Dios, cabeza de todas las cabezas del mundo, del universo. Dios hombre, masculino, varón que, feminismo, feminando terminaría también por ser mujer. En definitiva, un matriarcado total, universal y sagrado.
Después de ver a Thacher, a Isabel, Bachelet, Merkel, Máxima, Sofía, etc. creo que la mujer –talibán de por medio- se abre camino cada vez más, con todo su ser, inclusive con la cabeza. Piensa y opina, exige y logra. Se dirige por allí hacia el matriarcado, y el hombre, caballeroso, un poco para ver qué pasa, casi esperanzado y algunos absortos cuando no contentos, cedieron y van cediendo cada vez más su hegemonía patriarcal, milenaria, social y hasta sagrada. Más aún, le abrió camino, le ofreció su espada, llegó y ahora lo hace, a establecer normas ridículas de porcentajes absurdos que deben ocupar las mujeres en los cargos públicos, aunque sea a la fuerza, sin condición alguna nada más que la de ser mujer. Entonces empezamos a ver aquellos puestos y tribunas ocupadas por señoras recién peinadas, con trajes de lujo a la manera del hombre, tratando de semejárseles, hablando, gesticulando, insultando y peleando como lo vieron en ellos y jugar a estar a la par o superarlos sin que ni por asomo alguna de ellas produjera algo realmente nuevo, sabio, especial, superior, excelso, inimaginado y soberbio. Eso sí, lista para la crítica, la envidia o la ansiedad de sobresalir. De pronto se pone histérica y se rebela y propone barbaridades o caprichos que o producen un desastre (Barco General Belgrano) o duermen en los archivos por inmorales e insanos.
De todos modos y fundamentalmente en Occidente, habiendo triunfado y prevalecido desde principios del siglo XX y lo que va del XX1, el materialismo, el industrialismo bioquímico, la cibernética y la robótica electrónica y mediática, la mujer se fue instalando y se instaló, a la manera de la rebelión de las masas que describe Ortega, en todos los medios sociales y consiguió mediante ardides de buena madre de humildad, inocencia y heroico erotismo (no hay nada más erótico que una carita de ángel con pechos, nalgas, piernas, piel y voluptuosidad venusinas), ocupar puestos, lugares, dirección y manejo de grupos, ciudades, países y sus respectivos predominios sobre el mundo. El mundo oriental –en general- se resiste, pero occidente les está dando una mano que las mujeres musulmanas hindúes, taoistas budistas y demás, no rechazan, sino que, por el contrario, se toman de ellas como hiedras que suben la escala. La Thacher, la Hillary, la Condoleza Ryce y hasta las Evas, las Carrió y las Cristinas del tercer mundo occidental y cristiano, bregan por aquéllas otras, con evidentísimas intenciones de lograr un matriarcado mundial aunque más no sea pagano: la adoración a Venus.
Mientras tanto el hombre, creador inexorable de lo bueno, lo malo, lo bello, lo feo, lo sabio, lo ignorante, lo dulce, lo amargo, lo conocido y lo incógnito, prepara otra guerra. ¿La tercera? Cuidado! Porque la tercera es la vencida!
MAV. Junio de 2007.
Ilustración: Carmencita con libro, Miguel A. Vergara

jueves, 7 de junio de 2007

Poesías



No veo más que hasta el televisor

No veo más que hasta el televisor: 2 metros.
No corro ni camino ligero. Para atrás.
Camino para atrás como el cangrejo.
No tengo aspiraciones ni a lo lejos.
Siento que esta lista mi finalidad
Dudo de ayer del hoy y del mañana.
Siempre me quedo atrás, adversidad
De tonto sin sentido y sin aliento.
Dolorido estoy de cuerpo y sentimiento,
Mudo e inmóvil como cosa fútil
Que sufre soledad, desgarramiento.
Siento turbia mi mente como ungida
De ánimo gris y olor a medicina.
Animo gris que piensa y que me dicta
hundido en el sillón conmigo adentro,
y el alma anda por allí perdida.

MAV. 17-3-07.



No lloro más

Veo la luna opaca bajo el agua,
un agua turbia de sabor genética
que me moja la forma y la materia,
me entumece a la vez que me perpleja
de haber perdido juventud y rabia;
esa rabia de empeño e ilusiones,
llena de truenos y rayos luminosos
que insinuaban el sol detrás del nervio.

Se me pasó la vida como el agua,
entre dedos abiertos a los sueños,
sueños que voy trocando ya en recuerdos
de lo que pudo ser y no fue nada.

Brutal se va la vida. En la ventana
veo como la noche invade la mañana.

¿Por qué llorar ahora? Ya es muy tarde.
Cuando la muerte ineludible llegue,
tal vez tenga la suerte que me lleve
como niño a llorar junto a mi madre.

MAV. Abril de 2007.



Tenía que pasar

Cuando la fuente de la doncella no quiera perder más agua, no habrá más enunciación ni el arte tendrá inspiración en misticismo alguno, entonces el amor desaparecerá como desaparece la vida en la escala de un recuerdo.
Yo no soy quién para mostrar mi vida pero el amor me obliga como un juego.
MAV. Junio 2007.
Ilustración: Los Testigos, Miguel A. Vergara

Dependencia

El perro me mira con sus ojos claros; sus nervios y músculos están tensos, sus orejas paradas. Es cachorro y tiene ganas de jugar. A la menor insinuación
Saltará y correrá alegremente. ¡Pobre perro! Depende de mí y yo no tengo ganas, estoy cansado, sin interés por nada, negativo. Necesitaría un perro viejo que me entienda o al menos, esté igual que yo, sin ganas de nada, impávido y absorto como un camello, una especie de perro camello de la pampa húmeda. Debe haber un animal así, que no dé miedo.
De cualquier manera el perro, viejo o cachorro, depende de mí. Si no tengo ganas no juega. Si me levanté con ánimo jugará conmigo o le abriré la puerta para que vaya afuera a jugar con otros perros.
Al fin me parece que nosotros, los humanos, somos como esos perros; dependemos de alguien que nos haga jugar. Un día miramos la mañana y vemos un hermoso cielo azul. Salimos, charlamos con ocasionales amigos o conocidos, leemos el diario, vamos a ver el río, a jugar a lo que podamos y si trabajamos, cumplimos nuestra tarea para alentar nuestros estómagos. Pero hay días que al terminar, descubrimos que lo que realmente queríamos hacer, no lo hicimos; que el tiempo pasa, se va y nos vamos con él. Entonces nos vamos a dormir con un sentimiento de frustración, de haber transitado, sin retroceso, un estúpido camino hacia la nada; cansado, dolorido, inservible, arrastrándose como un batracio. Y allí afuera está el mundo, la luz, la interacción, la vivencia como decía García Morente (una hora de estar en París, de vivirlo, de sentirlo, vale por un año de pensarlo, de leerlo, de soñarlo). Allí está, como está también la guerra, el hambre, la enfermedad, la destrucción y la muerte. La luz y la sombra.
Y el ser que me tiene que llevar a jugar es también como yo con el perro; por allí no tiene ganas o anda de mal humor y no me lleva. No sé, no lo conozco bien, tanto podría ser piadoso como despiadado. ¿Qué se yo si me lleva a jugar o a la perrera? De cualquier manera dependo de él y ahora, ahora mismo que me duele el cuello, evidentemente me va a impedir seguir escribiendo, y me dejará solo, con mis tribulaciones, con mis pensamientos no muy alegres de esta mañana nublada y húmeda.
Dice Manuel Vincent * que “Dios creó el tiempo, pero a nosotros nos dejó que hiciéramos las horas. El tiempo es lo que hacemos”. Si es cierto lo que opina Vincent, a mí ya se me acabó el tiempo, porque no hago nada, ni horas, ni minutos, ni segundos. Estoy –a la manera de Sartre – pero no soy –a la manera de Heidegger- por lo que al igual que el perro, permanezco sentado a los pies de mi amo, con mis sentidos atentos, por si en algún momento hace alguna señal para hacerme jugar.

MAV. 2-5-06 – 14-5-07.

*Manuel Vincent, escritor y periodista español al 31-12-2000.

Introducción a la muerte jocosa


- Que la muerte es una cosa deseada, no se discute. Pocos son los que nunca desearon la muerte; algunos para el enemigo, otros por piedad y algunos para sí mismos. La muerte siempre anduvo y anda rondando la mente de los hombres y de la mente se pasa a la acción, al ejercicio práctico y a veces hasta entusiasta de los pueblos, de las naciones o simplemente de los vecinos o deseosos por cualquier motivo de eliminar a alguien. De esta manera la muerte no es algo ajeno al hombre mientras vive. O sea que la muerte está en la vida, como está el sol y la luna y las galaxias que no vemos. Pero no sé a quién se le ocurrió llamar a esto “vida” y a lo que supuestamente viene después “muerte”, viene después es una forma de decir porque algunos supuestos muertos están más vivos que otros supuestos vivos que realmente están muertos. Si la muerte está en la vida, como dijimos, no cabe duda que es parte de la vida, y consecuentemente no tiene ningún sentido formularse dos etapas en el ser o el estar. Podemos imaginar mil situaciones, estadios y nombres. Algunos dicen por ejemplo: Que hay otra vida después de esta, o que hay transmutaciones; vida modificada, vida distinta, hasta una linda y saludable vida mejor y más alegre. Pero vida al fin. Claro que el hombre y muy especialmente el hombre, cuando cesa en su actividad corporal es horrible, se pudre, mal oliente y desaparece. Y es alli cuando la muerte se convierte en cosa fea, extraña, sórdida y malquerida. Pero eso no tiene importancia, es un momento horrendo de la vida como muchos otros que pasamos y estimamos como repudiables o aceptables e inclusive queridos y admirados. Sin ir más lejos el nacimiento. El nacimiento es cruento, craso, pingüe, tenso, doloroso, horrible. Y sin embargo todos lo celebran contentos y lo exhiben y lo promueven y promueven su vista y enseguida chillan: Nació, es varón, es nena, es machón, (es homosexual, es carente de genitales, es ciego, sordo, mudo, inútil, es casi mejor que no hubiera nacido; pero esto es harina de otro costal) es el niño, el gran niño esperado. Vida. Muerte. Es igual. Es lo mismo, nombrado con distintos vocablos, o en realidad no es más que vida con un acontecimiento muy importante que irremediablemente tenemos que pasar y que tristes o alegres todos esperamos. Eso sí, todos esperamos que ocurra pero lejos, cuanto más tarde mejor (salvo algunos suicidas que tal vez descubrieron algo interesante y resuelven pasarlo ya nomás y por su cuenta). Este repudio a la muerte nos viene de nuestros ancestros. Y en especial de aquellos que hicieron de la muerte su vocatio, como Shakespeare, Dante, Sófocles y millones más. Hoy bastaría con hacer una estadística de los guiones de películas para cine y televisión. Lo que pasa que siempre a la muerte la pintaron fea, negra, oscura, triste. Shakespeare dice: “Quién podría resignarse a llevar gimiendo la tan pesada carga de una vida de sufrimientos y dolores, si no hubiera el temor de algo peor después de la muerte… ese ignoto mundo del más allá, del cual no hay viajero que vuelva? (Hamlet). ¿Por qué ¿ digo yo, por qué se le ocurrió que tiene que haber algo peor y que los que se mueren tendrían que volver? Y le hace decir a la sombra del padre de Hamlet:”Yo soy el alma de tu padre y por cierto tiempo estoy condenada a andar errante de noche y a un ayuno perpetuo en una cárcel de fuego…”Y Otelo también dice lo suyo: “Oh, no… no me arrojes a esta oscuridad siniestra en la que solo los monstruos pueden vivir y crecer! Y repite y se solaza Shaquespeare con expresiones similares tratando siempre a la muerte de obscura, triste, dolorosa y nocturna. Pero a poco que se analice uno comprueba que Shaquespeare amaba con locura a la muerte. Lo mejor de su obra son sus tragedias y en ellas impera siempre la muerte: En Hamlet no dejó ninguno vivo. En Romeo y Julieta, muere Julieta, luego muere Romeo y después –de gustoso que es de la muerte- vuelve a morir Julieta. En Otelo mueren todos sin remedio; los que quedan miran casi contentos ¡Qué final!
Creo, sin entrar en detalles, que Dante fue más objetivo. Yo diría que Dante se limitó a contar lo que vio. Con un la subjetividad natural del escritor; al modo de un cronista actual. Pero Shaquespeare indudablemente estaba subyugado con la muerte y le cantó hasta morir.
La cuestión es que si analizamos obras, escritos, memorias e historias, comprobamos que a la muerte se la describió siempre negra, triste, amarga y lo negro, triste y amargo no le gusta a nadie, por eso la gente no quiere morir y anda por allí tomando remedios y sometiendose a toda clase de operaciones para darle y darle con la vida, por más que sufra amarguras y estreses. Tanto buscar y buscar de pronto se encontraron con que aquellos que estuvieron un rato muertos y volvieron a la vida o a la conciencia contaban que durante su diminuto estado mortal, habían visto una gran luz blanca, que los atraía, o un túnel al final del cual había una luz blanca y por allí alguno vio que lo esperaban con los brazos abiertos la madre, el padre, abuelos, tíos y otros parientes y allegados muertos pero contentos. La verdad es que no encontraron nada de malo, sino que, por el contrario, lo poco que vieron venía lindo pero volvieron y se quedaron por las dudas, no vaya a ser que no haya paz de la noche eterna como insinua Shaquespeare cuando lo hace hablar a Horacio a la muerte de Hamlet.
Lo cierto es que blanca o negra , la intriga persiste y nadie quiere morir. Algunos dicen “de la muerte no se vuelve, uno no puede arrepentirse”. Y eso es cierto, pero tampoco puede uno arrepentirse de la vida. Uno aparece y de pronto es o está y empieza de a poco a ver a mamá, a papá, a la selva africana o al cemento armado norteamericano y cuando quiere analizar la cuestión ya han pasado años. Si se arrepiente puede matarse.¿Quién dice que si uno se arrepiente de la muerte no puede “avivarse” o “revivirse”? Todo es cuestión de palabras: vida-muerte, morirse-revivirse, muerto-vivo. En el nombre que hemos dado a las cosas está la dificultad porque en el nombre de la cosa está la cosa. Como dice Borges en su poesía: “Si como afirma el Griego en el Cratilo, el nombre es arquetipo de la cosa, en la palabra rosa está la rosa y todo el Nilo en la palabra Nilo”. Admirable! Si al Nilo le hubiesen puesto Rosa y a la rosa Nilo, hoy andaríamos aspirando perfume a Nilo y viajando a admirar la Rosa. Lo mismo pasa con la vida y la muerte; si los nombres estuvieran invertidos yo hoy estaría alegremente muerto, pensando con tristeza que mañana me puedo vivir. Por algo Dios es el Verbo, la Palabra. Obsérvese que si invertimos los términos al que odiamos le desearíamos la vida y al que amamos mucho le deseariamos que muera por muchos años. Pero si como dijimos, la muerte está en la vida y pertenece a la vida lo malo está
en haber creado una palabra para designar algo que suponemos que existe pero no sabemos realmente más que lo que la vida nos muestra: un cadáver; la descomposición delcuerpo. En consecuencia, la solución está en el verbo en utilizar un solo nombre para la vidamuerte, una palabra que comprenda la realidad que aprendimos, por ejemplo viduerte:Yo viduerto, Tu viduertes, El viduerte Nosotros viduerteamos. Ustedes viduerten. Ellos viduerten. He aquí el verbo. Alegre, feliz, completo. Sin angustias, sin deseos contradictorios, sin expectativas tristes. Más aún: pacífico, inconmovible, igualitario. Se acabaron las guerras. ¡Qué sencillo! Cambiando la palabra, el verbo, acabamos con la guerra, con las revoluciones, con las suposiciones de negritud o blancura. Nadie muere y nadie vive. Todos viduerten. Se solucionan los opuestos.
La intriga “Ser o no ser” que expresa otra vez Shaquespeare, en realidad debió decir “Estar o no estar” o “Estar vivo o estar muerto”, porque el mismo Shaquespeare en realidad es. Y, en cierto modo, también está. Hay otros que no estan para nada y eso es lo triste. (Yo desearía estar aunque sea un poquito, no tanto como Shaquespeare o Dante o Napoleón, pero estar un poco).
La verdad es que no creo que mi propuesta ande porque quedan los cadáveres y las empresas funerarias y los escritores negros y los artistas blancos que seguramente se opondrán porque pierden suerte y dinero. Y además están los amantes de la intriga, de las incógnitas y del no saber. Sin embargo y justamente el problema es siempre el mismo: No saber. No sabemos si sentimos, pensamos, vemos y razonamos después de muertos y eso nos da miedo. Lo cierto es que la muerte existe y todos nos morimos . También concluímos que con nuestra sutil filosofía contradictoria, amamos la muerte pero la odiamos; pensamos en la muerte pero no queremos ni verla y eso es contradictorio, incongruente y como tal, inquietante y estresante.
Lo bueno es aceptar la muerte con naturalidad y tranquilidad, pero para eso, como para todas las cosas, no hay nada como el saber. Antes en las guerras, se avisaba al enemigo para que éste supiera. Iba un correo con una nota o aviso oral e informaba con toda corrección y respeto que el ejército “A” iba a atacar al día siguiente, lo que equivalía a avisarles que al día siguiente, al despuntar el sol, iban a matarlos. Y el receptor aceptaba y respondía generalmente que estaban de acuerdo, en el sentido que ellos también irían a matarlos: Y entonces sabían y se preparaban y todo era honorable, correcto, heróico y natural, con esa naturalidad que da el saber. Y morían contentos, llenos de gloria.
Pero ahora la gente cambió. Matan solapadamente o empiezan a tirar bombas tierra-tierra o aire-tierra o agua-tierra o lo que fuere y centenares o miles de infelices mueren sin saber por qué y en los casos individuales, matan y enseguida se esconden de una manera artera y cobarde. Y ahora hay tanta gente, construcciones, vehículos, celulares e internetes que ¿Quién los va a encontrar? Un balazo en la cabeza con una pistola 9mm. –que es de uso común- y nunca jamás se descubre al autor, si se lo quiere descubrir porque a veces todo está establecido y ya está, sin contar con los que se inmolan y entran a un shopping cargados de explosivos, aprietan un botón y mueren gloriosamente,llenos de satisfacción junto con los centenares o miles de alegres compradores, empleados o visitantes. En definitiva, hoy matar o morir es fácil y casi más natural que si sobreviene un tsunami o una erupción volcánica repentina. Lo que pasa es que la gente que no está en eso anda por alli cazando pajaritos o viendo las ballenas blancas y la muerte le resulta hoy lo más atractivo de la vida; quiere saber, discute y asimila muerte más que oxígeno. Por eso se venden tantos diarios y programas de TV con muertos, porque además es necesario conversar y lo único que va quedando extravagante o al menos llamativo es la muerte y sus distintas formas, aunque, con el tiempo, la asiduidad, la globalización y con ella justamente la velocidad de los medios de comunicación, la muerte se hace cada vez más común y vulgar al punto que en poco tiempo más sacar como tema de conversación la muerte así nomás va a resultar prosaico. Pero está bien y es lo más acertado que nos puede ocurrir porque como ya nos cansamos de decir, la muerte forma parte de nuestra naturaleza y de nuestra vida y, por ende, tan natural como comer. Lo más acertado sería enseñar a morir o comprender la muerte desde niños. ¡Ojo, no a matar! Sino a comprender que no hay más remedio y que la muerte es una vulgaridad más de todas las vulgaridades que contamos en nuestro vivir. Entonces, además de las enseñanzas de los padres, en las escuelas habría que establecer una materia diaria donde se enseñe la muerte, como se enseña la historia.¿ O acaso la historia no es más o menos un renovar la vida pasada por la muerte?
La verdad es que contra la muerte, La muerte del alma sobre todo, aunque parezca irremediable, no hay como el agua fresca. Todo lo que sea bebidas preparadas, en especial las que llaman remedios, son perjudiciales para la salud y son el camino vital que conduce a la muerte; no obstante, como la muerte está en la vida y nosotros la queremos, tomamos esos remedios para sentirnos vivos y morir mejor, porque nadie puede negar que lo que en el fondo se pretende es ver y comprender la muerte.
Cuanto más se ama la vida, más se ama la muerte pero vamos por partes. Y en la primera parte hacemos todo lo que vemos y si podemos, algo más. Por eso el hombre estudia, trabaja, sufre, prueba, se golpea, cae, se levanta, sigue, camina corre, para, mira, observa, piensa, examina, discurre, lee, intuye, viaja, compara, construye, reza, se arrodilla, llora, ríe, se fanatiza, se conmueve, baja, se arrastra, se ensucia, se droga, se limpia, se cuida, hace dieta, destrezas, examina otra vez lo ya vivido, observa y nada. Nada de nada, simplemente comprueba que a medida que vive y se desespera por llegar a algo, se gasta, se consume inútilmente, y entonces empieza a mirar la muerte como una posibilidad y luego como la única posibilidad de comprenderlo todo. Si millones de libros se han escrito, si millones de personas han estado examinando y estudiando día a día, y dejaron tomos y piedras, monumentos y toda clase de rastros y mensajes que hicieron historias y la historia sin llegar a una conclusión definitiva del por qué. Y murieron aparentemente sin saber con este cuerpo qué pasa después y si hay después, entonces el hombre empieza a pensar que justamente alli verá el Aleph, el quid, el meollo, la razón y la vida. No la muerte, sino justamente la vida porque la muerte forma parte de la vida. Quedan cosas hermosas y terribles, destrucciones y construcciones de fuste, fantasías, metáforas e ideas, ideas gloriosas que se pierden, fundamentales que se frustran, sagradas que se envilecen y razonamientos que se contraponen y se truncan con la razón en el juego que ésta juega con el hombre hasta cansarlo, gastarlo y hacerlo desaparecer de los sentidos. Los que quedan insisten y confieren enorme confianza a sucesos e ideas que pasaron o que se expresan en este momento, y una de ellas es la de que después que desaparezcamos físicamente, quede un alma que lo sepa todo y que ese saber del alma después de perder el cuerpo constituirá la plenitud, la plenitud de la vida. no de la muerte, no, de la muerte ni nos acordamos porque la muerte no existe solo es un cuento, solo es un supuesto El fin no existe. Nada tiene fin. No hay final ni tampoco principio, todo es una continuidad infinita, muy variable y entretenida. Hay tal variedad de elementos en esta eternidad que es fácil adoptar un juego para entretenernos. No es que estemos esperando que pase y por alli nos enganchemos o subamos como a una calesita, estamos siempre en la calesita dando vueltas y vueltas y jugando. Pero nosotros creamos el juego. En realidad, cuando salimos del vientre, todos ensangrentados, manchados y llorando ¿no moriremos? ¿Quién dijo que allí nacemos? Pero no importa cuáles son las reglas del juego, quién las puso, ni por qué nos avenimos a este ritmo y lo llamamos vida. Vida angustiosa; valle de lágrimas; paso triste y morboso. ¿Y si lo llamamos muerte? ¿Muerte piadosa, alegre, sonriente? ¿Valle de risa? ¿Muerte jocosa?
Todo vale en este juego eterno. Damos vueltas y vueltas sobre un mismo eje, sin parar jamás, sin saber por qué. Basta mirar el cielo, observar el firmamento, la eternidad del hueco-lleno, para advertir que allí estamos inmersos y que pese a lo diminutos que somos por alguna razón se nos dio el privilegio de pensar, soñar, jugar.
El juego es bueno. No está mal pensar así y jugar a vivir y morir y dar la vuelta. Otra cosa puede seguir, tal vez tresear, bruscandear, Grullierar, gorsopiar o lo que fuere. El juego sigue y sigue sin parar, como el universo, como el infinito, todo redondo, todo hueco, todo lleno, todo malo, todo bueno. Por eso morir no es nada y si vivir tampoco es nada, al menos juguemos, nunca lloremos.
Vamos viviendo, vamos muriendo,
todo es un juego del pensamiento.
Adiós.

MAV. 1-6-07.
Ilustración: La Bolsa de Basura, Miguel A. Vergara