lunes, 25 de febrero de 2008

LA PUERTA

La Puerta

¿Qué hago aquí?
¿Qué estoy haciendo aquí?
Escondido detrás de esta puerta?
Puerta vulgar, común, cualquiera.
No sé si quiero que esté cerrada o esté abierta.
¿Qué estoy haciendo aquí, por Dios?
No sé si estoy encerrado o descubierto.
Si vale la pena que sea una persona,
o mejor una cosa, un sillón, una ausencia.
Ausencia sin amor y sin recuerdo,
un sueño.
Sueño de ser alguien luego;
de ser un niño,
o un adorable viejo.
¿Para qué estoy aquí ya inútil
encubierto detrás de esta puerta?
Nadie me ve y asusto desde adentro.
No soy un sueño, sino una pesadilla.
Pesadilla tampoco; sería mucho.
Un sueño bruto de hombre que no piensa;
una molestia, una basura, una vergüenza.
¿Qué hago aquí, por qué no fui a la guerra?
Llevando la bandera de la murga,
un poco rengo, sordo, dolorido,
tocando un instrumento qué haga ruido,
y que todos me miren con respeto.
No sé si abrir la puerta hacia el infierno,
o quedarme leyendo,
palabras sabias o santas de otros muertos.
El mundo todo afuera es un imperio,
haciendo propaganda de la coca
con cantos rítmicos y palabras soeces
que aplauden a rabiar los dueños y los siervos
marchando al son de los sonidos tímbricos
cual soldados esbirros de otras tierras.
Y yo aquí, peor que preso, tras la puerta.
Pensando en el recodo de la vida,
si acaso hay un escape, una salida,
o me decido de una vez a abrir la puerta
y unirme a esos desconocidos con bombos y matracas
haciendo ruido, ruido, ruido,
que quiebre la razón y los sentidos
y embriagado de historias repetidas
olvide mis dolores y mis lacras
y vaya a destrozar todas las puertas
que me cerraron cuando yo pasaba.

MAV. Miguel Angel Vergara 22-2-08.

domingo, 17 de febrero de 2008

cuando ya no estás

CUANDO YA NO ESTÁS.

Yo sentía que Tú eras la alegría,
que tu alma y mi alma en comunión,
disfrutaban un sol en cada día
porque así lo queríamos Tú y Yo.

Que tu lengua, tus labios, tu saliva,
y mis pelos, mis uñas, mi sudor,
eran miel, eran leche y maravillas
resultado del fuego de los dos.

Sentía tus palabras y tu risa
como una sinfonía de ilusión
que sublimaba la realidad vivida
envuelta entre los brazos del amor.

¡Pero hay de mí si estaba ciego y sordo,
jugando mis sentidos y los tuyos
envueltos en la fiebre y el calor!
Ahora que no estás, Vida, te intuyo

y vuelves a estar conmigo pese a Dios.
Estamos, somos, existimos, todo,
en el cielo, el infierno, o en el mundo
que forjamos amándonos Tú y Yo.

No nos besamos más. Somos el beso;
nuestras bocas unidas, la pasión.
Tus brazos forman parte de mi cuello
y hasta tus pies cansados llego yo.

Somos una espiral interminable
que en un solo bloque se fundió,
no pueden separarnos somos uno:
un solo musical, sólo un color.

No nos miramos, somos la mirada,
no importa que no estés, yo soy TUYYO,
en un solo existir que abarca todo
porque así, por piedad, lo quiere Dios.

MAV. 17-2-8

miércoles, 13 de febrero de 2008

Divagaciones

La piel, blanca, rosada
o de cualquier color,
no tiene gusto feo;
así el alma también,
el licor y el veneno.
-¿Y la mujer?
Y la mujer también.
-¿Y la sangre y la grasa?
¡No digas esas cosas
porque me despedazas!
¿Es que no ves que la mujer es piel
y que por dentro está toda rellena
de naranjas?


Mira cuánta virtud,
dar de beber al limo.
¿Estamos solos, no?
Por las dudas
habla bajito.
¡Mírate los pies sucios!
¿Te los beso?
Sí. Déjame un poquito.
¡Qué! Si la luna es sucia
como tus piececitos.

MAV. 1950-60

Una vez fui noche

Una vez fui noche,
también fui silencio,
y desde lo oscuro
sufría el misterio,
viéndolo muy claro,
muy noble y muy cierto.
De pronto un fantasma,
que nubla criterios,
puso ante mis ojos
el mundo resuelto,
y entonces fui día
y también fui eco.
Día como todos,
como todos eco.
Uno más que al alba
olvidó su sueño,
otro que en un grupo
repetía un hecho.
Yo una vez fui noche,
y en el sentimiento
que pugna en mis venas
ser la noche quiero.
Volver a ser hosco,
silencioso y serio,
ser cuña quemada
metida muy dentro
de nocturnas lluvias
que en mi psicoinvierno
fecundan copiosas
mi eminente cieno.
Quiero ser la sombra,
la sombra del fuego,
que en sus lengüetazos
de ansiedad y miedo
confunden la forma
de lo verdadero.
Quiero ser la bruma
cansada en un puerto
que asimila el agua
de un amor que ha muerto.
Yo una vez fui noche,
también fui silencio,
mas vino un fantasma
de mil elementos
que al fingir brindarme
el sistema cierto,
esgrimiendo amores
cada vez más nuevos,
realidad de ensueños,
luz, algarabías
y triunfos terrenos,
defraudó mi alma
y me hundió en el medio,
tornándome día
como todos, eco.
Reclamo mi esencia
de noche y silencio.
¿Dónde estáis ahora
fugitivos dueños?
¿Acaso perdidos?
¿Acaso tan dentro?

MAV. 1970/ 80.

martes, 12 de febrero de 2008

NOCHEBUENA

*

NOCHEBUENA

La noche viene y se va…
El niño nace y se muere…
Latente el misterio está
con su sahumerio fecundo
aromatizando el mundo
de Verbo, Amor y Verdad.

Remedos hoy de José,
del Niño-Dios, de María,
de la dorada Belén,
son las reunidas familias,
las ciudades y las villas,
bajo el manto de la fe.

¡Qué dulce es sentir así,
que se purifica el alma,
que se refuerza el matiz
promiscuo de la esperanza,
que con voz paciente y mansa
nos susurra “Proseguid”!.

Las agujas del reloj
comentan la medianoche,
y en el silencio la voz
de las campanas doradas,
anuncian glorificadas
que ha nacido el Niño Dios.

Ya vino al mundo Jesús.
Una ronda de pureza,
de ternura, amor, de luz,
como culminante broche,
se ha adueñado de la noche
bajo el signo de la cruz.

Miguel Angel Vergara.


*Cuadro: Barcazas en el Paraná. Miguel Ángel Vergara.

Perdóname Jesús

Perdóname Jesús.

Perdóname Jesús por creerte cierto,
de carne, hueso, sangre y polución;
perdóname por creer que la corona
de espinas que te hirieron te dolió.

Vanidoso de mí pretender verte,
conocerte, explicarte, creer de Ti
que yo puedo decir lo que Tú eres
y pensarte, saberte y definir.

Perdóname Jesús por creerte cierto,
con tu paño, tu corona y esa cruz;
que dos palos cruzados, dos maderos
y un hombre allí clavado, eso eras Tú.

Perdóname por creer que eras historia
y estuviste en el mundo, no él en Ti;
por creer en los símbolos de gloria
que los hombres hicieron para sí.

Perdóname Jesús por pretenderte
como signo de ayuda para mí;
por creer que te llevo donde quiera
porque Tú estás en mí y no yo en Ti.

Perdóname por pretender que Tú eres
el ser tan fácil de decir: es Dios.
Que basta con ponerse de rodillas
y decir inconsciente una oración.

Perdóname Jesús por llorar tanto
esta angustia fatal de no saber.
Perdóname por pretender que me hables
y me lleves alegre por doquier.

Qué importo yo, Señor, si entre estos versos
atiendo pretensioso oír tu voz;
que Tú me hables y me expliques Todo.
¿A mí? ¿Por qué? Jesús, perdóname.

Miguel Angel Vergara.