lunes, 14 de diciembre de 2009

SUPLICA

SUPLICA
¡Hola! !Heee! ¡Hola! ¡Shshshshsh...! ¡Oye!
¡Oye esposa mía, mujer mía, amada mía!
¡Hija! ¡Hijos! Queridos! ¡Oigan!...
¡Quédense un poco más! ¡Un poquito más!
¡Oiga ud. Señora! ¡Señor! ¡Oh! ¡Por favor!...
¡Quédense un poco más! ¡Recen por mí!
Digan cualquier cosa. ¡Háblenme!
No lloren. No, no, nada. Yo no quiero eso.
Solo que se queden. Si quieren,
pónganse a jugar, a charlar, entre uds.
Rían, canten, bailen...
Que yo los vea, los sienta, me acompañen...
¡Esto está tan sólo! ¡Tan oscuro! ¡Frío!
No les digo que entren, aquí, conmigo. No,
ni ahora, ni nunca...Con esta humedad...
y con estos bichos!....
Solamente les pido que se queden.
Que vengan más seguido.
Que me hablen, que me cuenten:
qué pasa; qué pasó allá, en la casa...
en las calles, en el mundo, en la vida.
Si todo está más lindo, o está más feo;
si vale la pena estar afuera,
o extinguirse en este encierro,
sin saber nada, sin tocar nada.
Sin poder ver la luz, sentir la brisa...
Estar en el mundo con el cuerpo.
Y con el alma. Otra alma.
Un alma loca, atenta a los sentidos.
A los sentidos propios y de los otros.
A la más mínima cosa.
¡Oigan, vengan! ¡Total qué les cuesta!
Tal vez si me cuentan seguido sus vidas,
yo sienta con uds....
Amor, odio, dolor, envidia...
Lo que sea.
Vengan y cuéntenme todo.
Yo seré su diario; su confesionario.
Dormiré pensando en cómo ayudarlos
a vivir la vida intensa, con todo;
a gozar el mundo, las cosas, los otros;
aunque sean malos, aunque sean locos.
Pero sobre todo, a ayudar los sabios
a alargar el tiempo, la paz y la risa;
renovar los cuerpos, el mundo, las almas,
y extinguir la muerte y los cementerios.
MAV. 3-12-2009