Nadie debe
esperar más de sí mismo si no anda. Se espera lo que camina, lo que anda, lo
que puede venir; pero no lo estanco, lo entumecido, lo inmóvil.
Yo, desde
mi sillón medito. No sé dónde ir. Entiendo que se llega a metas y a un final de
muerto, muerto ya sin vida, o muerto en vida, pero muerto.
Es que uno
va y regresa. O cree que va hacia algo y anda en vano. Es un caminar sobre una
rueda que gira en el mismo lugar, hasta que se para, aunque uno no quiera, y
desaparece al fin de la escena.
No, pero no
se puede decir eso de Bach, de Beethoven, Mozart, Miguel Ängel, Leonardo,
Velásquez, Pasteur, Einstein, Goethe, Cervantes y tantos otros.
Lo que pasa
es realmente que yo no ando conmigo mismo. Amo la música, pero no soy músico;
siempre borroneando pintura y no soy pintor; escribo desde que era un niño,
pero no soy escritor. Quiero a la naturaleza, pero no voy a ella; admiro a los
otros, pero me alejo de la gente. Soy abogado y no ejerzo. Amo la vida y no
vivo. Soy Secretario y…Soy Secretario.
JUSTO
Nada más
justo para definirme de lo que soy: Soy Secretario. Toda una definición. La más
pura definición de la mediocridad.
Antes
ejercí mi profesión de abogado, pero ejercer la Abogacía , es toda una
personalidad, es una libertad, es una proclama, es un verdadero y completo ser.
Pero yo no
podía ser abogado porque soy mediocre. y los mediocres estamos para ser
secretarios.
Al fin y al
cabo, si me hubiera dado cuenta antes, podría haber sido un buen secretario
también de la pintura, de la música, de la literatura…del amor. Hasta, quizás
hubiera obtenido premios, o hubiera publicado en editorial “Masfuerzo”, o
expuesto en Galerías “Medionde”.
¡Secretario
del amor! Tal vez lo sea, porque amo y se me caen las lágrimas de amor, pero
nunca seré un líder de los sentimientos. Entonces podría ser secretario del
amor con toda mi mediocridad resplandeciente. Cuando el amor se establece, se
impone y domina, sabría acompañar y colaborar con el amor: reir o llorar para
servir a ese amor; sufrir o gozar para que se ejerza ese amor; estar siempre
pronto, alerta y predispuesto para que se tramite debidamente, se cumpla y se
resuelva definitivamente el amor de los demás. ¡Secretario del amor! Todo un
Título. Tiene gracia. Pero puede ser. Sí. Se puede ser Secretario de Amor.
Se puede
ser secretario de la sociedad, también. Refrendar lo que otros hacen. Se pueden
preparar proyectos, investigar cuestiones sociales, hasta ordenar ciertas cosas
y hacer firmar a los demás. Y de ese modo se es nada menos que Secretario
Social : S.S.-
Es que
secretario es el término justo de lo mediocre. Es tan mediocre que por más que
se empuje de arriba o de abajo, queda siempre en el medio. Un secretario que no
sirve para nada, sigue siendo secretario, y un secretario que se destaca,
tampoco pasa de ser secretario. (Claro! Por su cuenta!). Un halo grisado lo
rodea siempre. Nada que resuene, nada que sobresalga. Ser un buen secretario y
ser mediocre es una combinación ineludible. Si eres secretario, eres
necesariamente mediocre, y, si eres mediocre, reunes las condiciones necesarias
para ser secretario. Al punto tal que ambos términos se amalgaman y de
secretario y mediocre, se termina en “Secrocre” o “Mediotario”. Yo elijo este último término porque resulta
más sonoro (cuidado: No son-oro) y acorde. Un Mediotario, sería más o menos
así:
La imagen,
revela que un Mediotario puede ser alto o bajo, pero preferentemente debe ser
compensado. Por ejemplo: Alto, pero gordo; bajo, pero morrudo; o si no, todo
mediano: medio de estatura, de peso, de color, de viveza, de alegría, de
tristeza. Medio en todo. Un secretario muy elegante no funciona; tampoco creo
que dure. Unicamente que sea compensado, por ejemplo: Un secretario elegante
pero tremendamente estúpido. La cuestión es ser compensado: Se puede ser muy
inteligente, pero timorato e indeciso. Se puede ser muy rápido pero cometer
muchos errores; vivo y despierto, pero descaminado e incierto. Se puede hasta
ser útil, pero siempre que lo sea a favor de un inútil. Se puede ver por un
ojo, pero no por los dos. Oir por un oído. Sentir por las aurículas, pero no
con todo el corazón. Se puede hasta desobedecer, pero estar siempre, o no estar
siempre, pero ser muy obediente. Se puede querer ser puro, pero nunca del todo,
sentirá hablar de lo impuro pero nunca decirlo. Puede hablar, pero a media
boca.
Un
verdadero Mediotario no debe exaltarse nunca; solo expresar suavemente, alguna
idea. Y si otro se exalta, callar. O, a lo sumo, injertar con delicadeza, el
estúpido don de la templanza. Un Mediotario puede escribir una buena pieza
jurídica, literaria o poética, pero jamás atribuírsela si no se la atribuyen.
Además debe archivarla, recordarla para otros casos y mutis por el foro. Un
Mediotario debe aparecer y desaparecer a tiempo; tener casa, pero vulgar; auto,
pero viejo; penas, pero comunes. Puede estar nervioso pero no tener estrés;
puede estar alegre, pero solo cuando los otros están alegres, porque, de lo
contrario, es mal mirado. Puede vivir, pero a medias, porque un Mediotario es
eso: media vida en todo. Es conseguir el equilibrio perfecto, el punto medio
que hace pacíficas todas las cosas. Nunca irse a los extremos porque ello trae
exageraciones, exabruptos, discusiones, peleas y hasta guerras
Un
Mediotario, al final, es el “Homo summun”.
Es lo justo, lo ético, lo bueno, lo equilibrado, lo exacto. Al fin y al
cabo un Mediotario, es lo mejor. Todos debiéramos ser Mediotarios y el Mundo andaría mejor, sin
tantas guerras, guerrillas, e imposición violenta de voluntades. Cada
Mediotario sería medio-rico, medio-pobre, medio-culto, medio-servicial,
medio-mandatario, medio-esposo,
medio-padre, medio-hijo…medio en todo. Entonces, los otros Mediotarios con los
que vive, no tendrían envidia, ni deseos de ser lo que es el otro, ni ganas de
arrebatarle el poder o los bienes.
Pero,
abandonemos ya estas reflexiones, porque se
contradicen con todo el contexto: Pido perdón. Nunca quise ser el
creador de los Mediotarios, ni de un neocomunismo basado en la mediocridad
absoluta. Tal carácter no me corresponde, porque de alguna manera, sería
superior a los demás. Dejaría de ser Mediotario y lo más probable es que me
califiquen de medio-imbécil, lo cual ya es todo un título de nobleza.
Aunque, en
el fondo, dan ganas de buscarle la vuelta, de desprenderse de tanta mediocridad
y, por lo bajo, pero bien alto, gritar muy fuerte:
¡¡¡ VIVAN LOS
MEDIOTARIOS!!!
Debo
reconocer que esta idea “Mediotárica”, proviene de la meditación sobre la
primera cuarteta del “Poema de los Dones” de Jorge Luis Borges, donde dice:
“Nadie rebaje a lágrima o
reproche
esta declaración de la
maestría
de Dios, que con magnífica
ironía
me dio a la vez los libros y
la noche”.
Perder la
vista es cercenar la mitad de un poeta, de un escritor, de un hombre. A dónde
hubiera llegado nuestro querido Borges, si Dios le hubiera dado a la vez los
libros y la vista!!!!
MAV. Miguel Angel Vergara 16-3-86
/ 30-3-2014.
(La ilustración es obra del autor del texto)