miércoles, 2 de enero de 2008

Ruega por nosotros

*


Gregoria no digiere nada bien las palabras,
ni las letras traviesas de su propia canción,
porque si bien las come y forzando las traga,
cuando canta secreta una rara poción,

con olor a boñiga y un color amarillo
de Nápoles con plomo al estilo Van Gogh,
que repite y repite un extraño estribillo
y produce un efecto de poseso-pasión.

A la gente le gusta, serena a los ansiosos,
saltan, gritan y ríen, o lloran de emoción,
y salen relajados pensando silenciosos
que el canto de Greogoria depura el corazón.

Cuando Gregoria muera será beatificada.
Y tendrá su santuario y su veneración;
contoneando sus curvas, ignorando su alma
para que permanezca esta generación.

¿Para qué? Para nada.

Sin embargo, seguro, que a Gregoria, beata,
la llenarán de flores, de rezos y de fama.
Y pasarán aviones para mil pasajeros,
submarinos y barcos con controles remotos,
vehículos terrestres como rayos, y en ellos
empresarios del opio, del crimen y el terror,
que mirarán la tumba sagrada de Gregoria,
pensando en las ganancias copiosas de su siembra,
le pedirán –de paso- que haya paz en la tierra.


MAV 1-1-8

*Cuadro: El Secreto II. Miguel Ángel Vergara.