martes, 14 de junio de 2011

LA ALMOHADA

LA ALMOHADA


Señor, mantiéneme vivo. Verme muerto va a ser peor.
Le dije solo a mi almohada, vieja, loca, enamorada.
Se lo digo muy bajito y -de paso- lo medito:
¿Estoy enfermo o maldito? ¿Soy un curso de ilusión?
Vivo, sigo. Aunque muy caras me salieron las andadas
de chico, muchacho y loco. Loco un poco, no soy nada.
Toco que aspiro a estar loco y por más que lo soñara,
ahora no toco nada. No soy palabra mayor.
Orgulloso, no me enroco. Siempre pierdo la jugada.
Nunca pude tocar nada a lo grande, superior.
Ni la fortuna de rico, que no es nada complicada,
si uno sabe usar las cartas, aceptando la jugada,
aunque alguien muy querido, se pasme y quede en la nada.
Por eso pido estar vivo; para ver si me redimo,
y toco todo a lo loco hasta llegar a campeón.
¡Pero alerta! Con la almohada y la pistola en la mano.
Porque si otra vez resbalo, pongo la almohada en la sien
y seguro me destaco. Aunque pienso y lo medito:
¿Estoy enfermo o maldito? Después de todo algo es algo.
No cualquiera está maldito y quiere seguir viviendo
y cruzar el Rubicón, con la almohada como escudo,
blandiendo solo un crayón, al modo de Julio César
y al estilo Napoleón. Para quedar en la historia
sano, bravo, hermoso y rudo, abrazando un almohadón.

Miguel Angel Vergara 7-6-2011.