miércoles, 13 de febrero de 2008

Divagaciones

La piel, blanca, rosada
o de cualquier color,
no tiene gusto feo;
así el alma también,
el licor y el veneno.
-¿Y la mujer?
Y la mujer también.
-¿Y la sangre y la grasa?
¡No digas esas cosas
porque me despedazas!
¿Es que no ves que la mujer es piel
y que por dentro está toda rellena
de naranjas?


Mira cuánta virtud,
dar de beber al limo.
¿Estamos solos, no?
Por las dudas
habla bajito.
¡Mírate los pies sucios!
¿Te los beso?
Sí. Déjame un poquito.
¡Qué! Si la luna es sucia
como tus piececitos.

MAV. 1950-60

Una vez fui noche

Una vez fui noche,
también fui silencio,
y desde lo oscuro
sufría el misterio,
viéndolo muy claro,
muy noble y muy cierto.
De pronto un fantasma,
que nubla criterios,
puso ante mis ojos
el mundo resuelto,
y entonces fui día
y también fui eco.
Día como todos,
como todos eco.
Uno más que al alba
olvidó su sueño,
otro que en un grupo
repetía un hecho.
Yo una vez fui noche,
y en el sentimiento
que pugna en mis venas
ser la noche quiero.
Volver a ser hosco,
silencioso y serio,
ser cuña quemada
metida muy dentro
de nocturnas lluvias
que en mi psicoinvierno
fecundan copiosas
mi eminente cieno.
Quiero ser la sombra,
la sombra del fuego,
que en sus lengüetazos
de ansiedad y miedo
confunden la forma
de lo verdadero.
Quiero ser la bruma
cansada en un puerto
que asimila el agua
de un amor que ha muerto.
Yo una vez fui noche,
también fui silencio,
mas vino un fantasma
de mil elementos
que al fingir brindarme
el sistema cierto,
esgrimiendo amores
cada vez más nuevos,
realidad de ensueños,
luz, algarabías
y triunfos terrenos,
defraudó mi alma
y me hundió en el medio,
tornándome día
como todos, eco.
Reclamo mi esencia
de noche y silencio.
¿Dónde estáis ahora
fugitivos dueños?
¿Acaso perdidos?
¿Acaso tan dentro?

MAV. 1970/ 80.