miércoles, 12 de septiembre de 2007

Remezón

Si te quedas allí haciendo el cuerdo,
observando tu cuerpo y tu fealdad,
buscándole el sentido a las ideas
y el lado positivo al accionar,
pasarás como el hombre aquel muy bueno,
que se aflige por todo y nada más.
Hace mucho que miras como triunfan
esos locos que hacen lo que creen,
que conmueven al mundo con sus obras,
así los mande Dios o Lucifer.
Vas mirando de atrás muy altanero,
señalando el camino del deber.
Vas llevando en la mano el reglamento,
o la disposición muy clara de la ley.
¡Ay, padre! Tu me diste tu alma.
¿Para qué me enseñaste a discernir?
¡Cuántos goces y triunfos y ovaciones,
por pensar, de este mundo me perdí!
Hoy estoy loco, loco como un cuerdo,
un cuerdo de hoy, de esos muy serios
que compran el revólver más brillante
para calmar su estrés, y sin querer
le disparan sus balas a los necios
que caen absortos sin saber por qué.
Yo ya tengo el revólver pero quiero
resarcirme con él de la templanza,
el juicio justo y el trabajo fiel.
Hacer de golpe lo que no hice nunca,
lleno de orgullo, pleno de altivez.
Quiero volar mis sesos desgastados
con una bala blanca como un sol.
Una bala que luzca en mi cabeza
como joya incrustada de razón.
MAV. 2003.

Quedar

Yo no conduje mi infeliz carrera.
Como una pluma desprendida en vuelo,
raro destino me sopló hacia el suelo
y hoy soy recuerdo de lo que no fuera.

Una sombra de hombre lastimera,
más que cansada, herida, sin consuelo,
que acuciada por su nervio aéreo,
quiere volar, tropieza y aletea.

Y cuando cae comprende que la idea
resultó un golpe más, y que el desvelo
por querer ser un ave en pleno vuelo
solo es la muerte que sagaz acecha.

Mi soledad entonces trae recuerdos
de otros que como yo quisieran
un tiempo más versátil que pudiera
retrotraer los hechos y los sueños.

O al menos una luz que produjera
una sombra navegando el cielo,
y a veces alguien, sin querer, me viera
y con dulzura me arrojara un beso.
MAV. 1-9-7

Poemas silvestres

I

Urge que diga al equino
que desfilemos la brecha;
sin más ni más, sin lisonjas,
sin tinos en la frontera,
sin sentir sangre en las venas,
ni asperezas en las manos.
Vamos por el monte seco
al encuentro de la espera;
todo gris, todo sordera,
sin escuchar a Vivaldi
describir la primavera.
Vamos animal humano:
el vandalismo es tarea,
hay que cumplir con el plan,
hay que seguir la marea.

II

No sé qué soy ni lo que hago;
no sé cuál será mi suerte.
Se desvanece mi cuerpo,
voy camino de la muerte.
Se cae mi musculatura
sobre huesos que se ablandan.
Debo vivir el momento
sin saber qué es la locura.
Ser un enfermo bien sano;
un santo audaz, infrahumano,
un luminoso gusano
dando vueltas a la luna.
Quiero arrojar mis vestidos,
como lo hizo San Francisco.
Que me vista Dios, no Cristo,
con el azul de la aurora.
Que mis músculos de mármol
sean flexibles y rígidos,
como esculpió Miguel Angel
los de David y Moisés.
No quiero tener más dudas,
que me sature la fe.


III

Yo soy como escarapela
de un país que ya no existe.
Soy Dioniso con las uvas,
vengo de Zeus por las venas,
alimentando sarmientos
que no van nunca a la escuela.
Con “El gran masturbador”
que a Gala pintó serena,
me voy por el monte yermo,
con mis piernas de gangrena.
“I apologize, dissent,
mi melancólica nena”.
Si tuviera veinte años
no me andaría con vueltas.
En la acción está la vida,
hay que matar las ideas.


IV

Vamos ya, dame la mano,
vámonos con nuestras alas,
que allá debe estar lo bueno,
lo esencial, lo más sagrado,
esperando que subamos
como novios al altar.
Tú de blanco, yo de negro,
como Davis y Diana,
con los sonidos de Mingus
escarlatas y amarillos
y tus ojos azul cielo
y el cielo en tu vientre vivo.

V

Liberemos la acuarela
con agua pincel y chorro,
que transparente la escena
en que de oscuro me borro.
En el fondo tengo el alma
pintada con temple y óleo.
Que me soporte quién quiera
aunque yo me aplauda sólo.
Quiero volar a mi modo,
la tierra me desespera.
Payaso que gesta sólo
vuela en avión de primera.


VI

El pasado no se toca,
ni la música tampoco.
Pero hay un puente invisible
entre tu boca y mi boca,
donde elementos opuestos
se complementan, se rozan
y se prenden como fuego,
fuego que funde las rocas,
y crean, crean y crean,
todo feliz, todo nuevo,
todo espacio, todo tiempo,
todo musical y alado.
Ni la música se toca,
ni tampoco lo pasado.


VII

Nosotros somos las sombras
que el firmamento proyecta;
todos sufrimos de penas,
todos tenemos defectos.
Las sombras nunca son buenas,
son solo un tanto de intento.
Sigamos la senda abierta
por otros destinos muertos.
Supliquemos la existencia
de un ignorante pasar,
apartados del vulgar
tormento de la conciencia,
por no tener plumas y alas,
por el destino vulgar
de nacer para ser nada.


VIII

El amor es apetito;
una ansiedad digestiva:
“Te quiero y te comería”
dice gustoso el amante,
y elige lo que es más lindo,
lo más sabroso y humano,
la boca que tiene lengua,
jugos, palabras, silencio,
música, luz, sombras, tientos,
y sangre, sangre traviesa,
sangre de mil condimentos,
leche, miel y fruta roja,
mezcla de amor y misterio,
como la vida y el sueño.


IX

Si yo fuera tu marido,
no andaría con ambages,
te sacaría el vestido,
arrojaría mi traje,
y empezaría a beberte,
despacito, saboreando,
cual chocolate caliente.
Asumiría tus gemidos,
cuando mi boca en tu ombligo
me pierda en lo irracional,
y entonces te mordería
hasta saberte sangrar.

(Parece que en todo existe
un juego dulce de encaje
entre algún punto concreto
y otro que es un ideal).


X

Vamos animal humano,
hay que seguir la marea.
No vayas a ir contramano
y menos aún te detengas
a mirar para lo alto
a ver el menú de estrellas.
Sal sin sodio es la consigna,
huelga constitucional,
y extención de la tarea…
Hay que seguir adelante
resbalando en salmonella.


XI


El avión va hiriendo el aire
y la herida lo sostiene.
La vida hiere las almas
y la herida las deviene.
Vayamos juntos a lo hondo
y engendraremos poemas.
Estos no son más que sueños,
sueños que el día recrea.

MAV. 2000

Miedo

Yo me inscribo en la lista de los tontos
que creyeron en el amor sincero,
me alisto en la fila de los necios,
me insulto y me aborrezco.

Yo me odio con ansias por poeta,
por amante, por bueno y justiciero.
Reniego de las letras de mi nombre
y condeno mis sueños.

Yo le ordeno al gobierno de mi tiempo
y al mismísimo rey de los infiernos
que a pedradas acaben con mi vida
y derritan mis huesos.

No merezco vivir; no lo consulto,
sino que lo decido y lo decreto.
No merece vivir quien ama el fuego,
pero le tiene miedo.

MAV. 1950/ 1960.

Pasión

Anoche he visto cuervos
convertirse en palomas
y la metamorfosis de la larva
en tenue mariposa.

Anoche ví unos cardos germinando
espíritu de rosa,
y fundirse al calor viril mi cuerpo
a un cuerpo de magnolia.

Embriagado de amor, yo vi dos almas
que a rogar, se elevaron, a la gloria
penetrara su luz en dos amantes
que ansiosos se estrechaban.

Anoche vi dos rayos fulgurantes
caer sobre dos brasas,
y tanto fue el calor que llegó al cielo
en una sola llama.

MAV. 1950/ 60.

Mi sombra

Hace algún tiempo descubrí que mi sombra es de piel de murciélago.
Mi reacción más inmediata, casi instintiva, fue desprenderme de tan extraña proyección procurando poseer una sombra normal, como la de cualquier individuo. De allí que haya emprendido carreras desenfrenadas
y logrado los más extraños esguinces para despistar a mi sombra; que haya pulido paredes, pisos, objetos para borrarla; que haya llegado a disparar contra ella en un momento desesperado en que regué de cápsulas mi habitación solitaria.
Pero todo fue inútil. Arribaba a la locura mi fanatismo al comprobar con miedo, por el rabillo, su concadenación con mi figura, cuando empecé a buscar en la más absoluta oscuridad un momento de reposo para reflexionar.
Pasé largos días encerrado, y a ciegas pensaba con angustia en el momento
en que el sol o la luna o una lámpara descubriera a los ojos de los demás, mi sombra de quiróptero proyectada en sus más diversas fases. ¿Oh, ni pensar que una luz me iluminara desde abajo y de cerca: mi sombra invadiría toda una pared, quizá un techo con toda esa figura!
Pero aquello no podía durar; mi enclaustramiento no aclaraba nada; sólo lograba otorgar a mi sombra de mamífero volador un letargo propio de su naturaleza que tal vez renovara sus fuerzas y alimentara su perímetro. Debía salir, comprobar el asombro y la reacción ajena, pedir ayuda, volver a mi vida normal, a mi trabajo, a mi hogar, a mis amigos…Con o sin sombra de piel de murciélago debía vivir conforme a mi naturaleza que,
no dudaba, era humana.
Muchos fueron mis desvelos y mis sufrimientos; muchas fueron mis preguntas y variadas las respuestas. Investigué en libros, consulté médicos,
busqué en cada persona otra sombra semejante; razoné, imploré y pensé, pensé, pensé.
Hoy, finalmente, todo lo que puedo decir es que mi sombra es de piel de murciélago y que posiblemente ella sea mi sombra definitiva.
Descubro su orígen ya en mi infancia. Ella ha secundado siempre mis actos
y le ha impreso el sello de su naturaleza, su torpeza, su debilidad, su oscuridad, hurañía y misterio.
No, no soy un monstruo, ni un individuo híbrido, ni siquiera estoy loco.
¡Oh, si estuviera loco quizá no poseyera mi sombra de piel de murciélago,
tal vez mi sombra fuera de plumas de águila o de piel de zorro! Pero no estoy loco. Soy una persona totalmente normal que posee una sombra de piel de murciélago, y eso ya no me extraña, ya no me espanta, por el contrario, en oportunidades me ayuda y me hace feliz.
MAV. l955/ 1961 -

La Guerra

LA GUERRA


¿Qué es la guerra? ¿Qué es esta ceremonia
cuya observancia el hombre no descuida?
¿Acaso la razón contradictoria
que dirige el misterio de la vida?

vive la muerte en esta paradoja,
que la muerte es vital que esté presente.
Las alegrías fluyen de congojas,
la conciencia esencial, de lo inconciente.

Es el calor febril del frío humano,
es la música atónica del verbo,
la irremediable enfermedad del sano,
el cielo azul del abismal infierno.

Es la soberbia ciega de la recua
que en espectral declive del camino,
convencida de ser sigue la recta
hacia el no ser fatal de su destino.

Es la interrogación de lo acertivo,
la ceguera total de la lectura,
la dilogía de lo relativo,
la médula espinal de la locura.

MAV. 1982.


LA GUERRA II

La cornamenta bélica se enreda
con su orgullo carmín formando cruces.
Es el mundo tribal de las ideas
que granizan horror y lo difunden.

La lluvia horizontal de armas parleras
que desgarra las hojas y los cuerpos,
hipnotiza la paz de la ribera
absorta ante el rugir de aquellos verbos.

Hay heces en la aurora, y en los juegos;
hay ansia en el crepúsculo quebrado
por la lánguida mística de ruegos,
Y hay corales, sí, corales vertebrados.

Corales que se arrastran y se aprestan
en la tierra social de gris y verde,
que se quiebra y se hunde, y en sus huellas
certifica el hedor del inconciente.

¡Luz! ¡Quién descubrir pudiera
tantas palpitaciones fenecidas
en un segundo. La naturaleza
de arbitrales neuronas encendidas!

Tanta especulación de ontología
a través de los siglos acuñada,
la ilumina el relámpago de un día
y resuelve un plumazo de metralla.

MAV. 1982.