Yo me inscribo en la lista de los tontos
que creyeron en el amor sincero,
me alisto en la fila de los necios,
me insulto y me aborrezco.
Yo me odio con ansias por poeta,
por amante, por bueno y justiciero.
Reniego de las letras de mi nombre
y condeno mis sueños.
Yo le ordeno al gobierno de mi tiempo
y al mismísimo rey de los infiernos
que a pedradas acaben con mi vida
y derritan mis huesos.
No merezco vivir; no lo consulto,
sino que lo decido y lo decreto.
No merece vivir quien ama el fuego,
pero le tiene miedo.
MAV. 1950/ 1960.
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