miércoles, 24 de septiembre de 2008

Yo no quiero estar sólo

Yo no quiero estar solo.

Mi Noble Patria, mi querida Patria.
Mi tierra Pampa de sustancia plena,
con vocación de imperio en las entrañas
y una pleamar de amor entre sus venas.

Va cayendo de pronto en un abismo
envuelta en la estulticia y la ignorancia
que nubla el seso frente al exterminio
al que llevan el odio y la ignorancia.

La fuerza de mi Patria que siempre todo pudo,
está herida en el alma con un dardo que aliena
por el obrar absurdo de sus hijos impuros
que como isocas brujas despachurran su tierra.

El suelo es lo esencial, no lo son las estrellas,
ni los dioses paganos con rayos y con truenos
que ordenaban la muerte y mandaban las guerras
para nutrir de sangre su poder y su credo.

Hoy todo está entre rejas, empezando en las almas,
las ventanas, las puertas y la triste canción,
la canción de mi Patria que naciera en endechas
de aquellos hombres grises que dejaron su sol.

Condenados a leyes de un proceso kafkiano
por el grave delito de gozar de esta tierra
sin hacer nada grande con los bienes legados
como vagos siniestros de ignorada riqueza.

Y vendrá la señora de la dura mirada
a cobrarnos la cuenta sin poderle dar nada.
Nos llevará en sus brazos como malos bastardos
a cumplir de otros padres sin piedad sus mandatos.

Yo no quiero estar sólo. Nunca tuve coraje.
Me siento avergonzado de no cumplir mi rol,
nada grande, glorioso o aunque sea salvaje,
para fundar mi vacuo pedido de perdón.

MAV. 30-5-08

ESCONDAMOS LAS PIEDRAS...

Escondamos las piedras…

Escondamos las piedras porque viene la Biblia.
Yo ya dije –por eso- no conviene creer nada.
Caminar. Caminemos entre rocas y flores,
mirando para adentro en el fondo del alma…
Porque todos se esconden si te acucia un temblor;
nos esquivan o pisan como plantas marchitas
que ensucian los zapatos y emiten mal olor.
Mira el avión que cruza dejando en el celeste
del cielo la estela de su esfuerzo motor.
Mira la sombra negra de la silueta de ella,
de la mujer que amas cual si fuera una estrella.
(Las estrellas se tardan en ponerse marchitas,
es mejor compararlas con ellas que con flores…
Además no hay estrellas en mortuorios cajones,
ni en noches de tormenta o locura infinita
cuando la muerte arde la neurosis del no).
Caminar. Caminemos por las calles sin nombres,
balanceando los brazos sin compás ni emoción,
simplemente vayamos mirando el firmamento
que quizá venga Cristo y juguemos con El
para ver quien se anima a tirar la primera,
no a María Magdalena sino a aquella vidriera
que refleja sustancias, para ver cómo es Dios.



MAV. 20-8-08.