miércoles, 24 de septiembre de 2008

ESCONDAMOS LAS PIEDRAS...

Escondamos las piedras…

Escondamos las piedras porque viene la Biblia.
Yo ya dije –por eso- no conviene creer nada.
Caminar. Caminemos entre rocas y flores,
mirando para adentro en el fondo del alma…
Porque todos se esconden si te acucia un temblor;
nos esquivan o pisan como plantas marchitas
que ensucian los zapatos y emiten mal olor.
Mira el avión que cruza dejando en el celeste
del cielo la estela de su esfuerzo motor.
Mira la sombra negra de la silueta de ella,
de la mujer que amas cual si fuera una estrella.
(Las estrellas se tardan en ponerse marchitas,
es mejor compararlas con ellas que con flores…
Además no hay estrellas en mortuorios cajones,
ni en noches de tormenta o locura infinita
cuando la muerte arde la neurosis del no).
Caminar. Caminemos por las calles sin nombres,
balanceando los brazos sin compás ni emoción,
simplemente vayamos mirando el firmamento
que quizá venga Cristo y juguemos con El
para ver quien se anima a tirar la primera,
no a María Magdalena sino a aquella vidriera
que refleja sustancias, para ver cómo es Dios.



MAV. 20-8-08.

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