CUANDO YO ME MUERA.
Cuando yo me muera, por piedad, no quiero
ser otro payaso en un cajón, con velas,
que me limpien luego los gordos gusanos
y que con los años mis huesos transfieran.
A mi no me importa un cajón de roble,
ni que venga gente a contar sus penas,
que lleven extraños manijas de bronce
y me dejen sólo junto a mi tristeza.
Quiero que me quemen como a los deshechos
y que mis cenizas vuelen con el viento.
Quizá a algún cultivo le sirva de abono
o le facilite sorberme al infierno.
II
Cuando yo me muera cualquier día de éstos,
los escarabajos bailarán al sol.
Todos los insectos y los animales
gozarán mi ausencia llenos de emoción.
Es mejor el fuego que todo elimina,
para que no puedan hacerme la autopsia
y saber siquiera que un día viví.
Y morí olvidado de todas las cosas.
Mi padre, mi madre, mi querida esposa,
mis hijos y hermanos no lloren por mí.
Más vale que digan que hay en la morada
un perfume raro de rosa y jazmín.
MAV. Miguel Angel Vergara – 24-10-08.