miércoles, 12 de septiembre de 2007

Remezón

Si te quedas allí haciendo el cuerdo,
observando tu cuerpo y tu fealdad,
buscándole el sentido a las ideas
y el lado positivo al accionar,
pasarás como el hombre aquel muy bueno,
que se aflige por todo y nada más.
Hace mucho que miras como triunfan
esos locos que hacen lo que creen,
que conmueven al mundo con sus obras,
así los mande Dios o Lucifer.
Vas mirando de atrás muy altanero,
señalando el camino del deber.
Vas llevando en la mano el reglamento,
o la disposición muy clara de la ley.
¡Ay, padre! Tu me diste tu alma.
¿Para qué me enseñaste a discernir?
¡Cuántos goces y triunfos y ovaciones,
por pensar, de este mundo me perdí!
Hoy estoy loco, loco como un cuerdo,
un cuerdo de hoy, de esos muy serios
que compran el revólver más brillante
para calmar su estrés, y sin querer
le disparan sus balas a los necios
que caen absortos sin saber por qué.
Yo ya tengo el revólver pero quiero
resarcirme con él de la templanza,
el juicio justo y el trabajo fiel.
Hacer de golpe lo que no hice nunca,
lleno de orgullo, pleno de altivez.
Quiero volar mis sesos desgastados
con una bala blanca como un sol.
Una bala que luzca en mi cabeza
como joya incrustada de razón.
MAV. 2003.

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