miércoles, 12 de septiembre de 2007

Mi sombra

Hace algún tiempo descubrí que mi sombra es de piel de murciélago.
Mi reacción más inmediata, casi instintiva, fue desprenderme de tan extraña proyección procurando poseer una sombra normal, como la de cualquier individuo. De allí que haya emprendido carreras desenfrenadas
y logrado los más extraños esguinces para despistar a mi sombra; que haya pulido paredes, pisos, objetos para borrarla; que haya llegado a disparar contra ella en un momento desesperado en que regué de cápsulas mi habitación solitaria.
Pero todo fue inútil. Arribaba a la locura mi fanatismo al comprobar con miedo, por el rabillo, su concadenación con mi figura, cuando empecé a buscar en la más absoluta oscuridad un momento de reposo para reflexionar.
Pasé largos días encerrado, y a ciegas pensaba con angustia en el momento
en que el sol o la luna o una lámpara descubriera a los ojos de los demás, mi sombra de quiróptero proyectada en sus más diversas fases. ¿Oh, ni pensar que una luz me iluminara desde abajo y de cerca: mi sombra invadiría toda una pared, quizá un techo con toda esa figura!
Pero aquello no podía durar; mi enclaustramiento no aclaraba nada; sólo lograba otorgar a mi sombra de mamífero volador un letargo propio de su naturaleza que tal vez renovara sus fuerzas y alimentara su perímetro. Debía salir, comprobar el asombro y la reacción ajena, pedir ayuda, volver a mi vida normal, a mi trabajo, a mi hogar, a mis amigos…Con o sin sombra de piel de murciélago debía vivir conforme a mi naturaleza que,
no dudaba, era humana.
Muchos fueron mis desvelos y mis sufrimientos; muchas fueron mis preguntas y variadas las respuestas. Investigué en libros, consulté médicos,
busqué en cada persona otra sombra semejante; razoné, imploré y pensé, pensé, pensé.
Hoy, finalmente, todo lo que puedo decir es que mi sombra es de piel de murciélago y que posiblemente ella sea mi sombra definitiva.
Descubro su orígen ya en mi infancia. Ella ha secundado siempre mis actos
y le ha impreso el sello de su naturaleza, su torpeza, su debilidad, su oscuridad, hurañía y misterio.
No, no soy un monstruo, ni un individuo híbrido, ni siquiera estoy loco.
¡Oh, si estuviera loco quizá no poseyera mi sombra de piel de murciélago,
tal vez mi sombra fuera de plumas de águila o de piel de zorro! Pero no estoy loco. Soy una persona totalmente normal que posee una sombra de piel de murciélago, y eso ya no me extraña, ya no me espanta, por el contrario, en oportunidades me ayuda y me hace feliz.
MAV. l955/ 1961 -

No hay comentarios.: