martes, 17 de mayo de 2011

LA NUBE ROJA

LA NUBE ROJA


Anoche mientras dormía me despertó una luz clara,
que iluminaba la casa y al parecer la campaña.
Me levanté sigiloso a mirar por la ventana.
El cielo estaba amarillo y una nube roja andaba.

La nube lanzaba gotas muy pequeñas y alargadas,
a las que puse mi mano, pero ellas nada mojaban.
Me dirigí hacia la nube preguntándole en voz alta:
¿Qué te pasa nubecita que pareces muy cansada?

Veo que por más que remas, apenas surcas el cielo,
¿O acaso no estoy despierto y todo esto es un sueño?
No -me dijo- no es un sueño. Es mi forma de lamento.
Pasé sobre hombres en guerra y no pude detenerlos.

Los hombres desesperados se mataban entre ellos,
y por más que lo intentaba con vientos, con agua y hielo,
a ninguno lo atajaba, en procura de su intento
de matarse y destrozar tantas obras que habían hecho.

Llegué a inundarles la zona, pero era peor todavía,
y el agua que yo cargaba, de pronto se me perdía,
de modo que ya no daba para mantenerme viva,
al punto que mi color, con la sangre se teñía.

Pero al disminuirme yo, el sol mostró su energía
y con sus rayos de fuego cansó a los hombres con vida ,
que se sentaron a hablar y a discutir la partida,
con las razones y el don de debatir sus estimas.

La nubecita siguió y volvió fortalecida,
mas sin cambiar su color, que al cielo le daba vida.
Mojó a los hombres con paz, con música y alegría,
y cuando pasó de vuelta, me regaló esta poesía.

Miguel Angel Vergara 13-5-2011

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