A MI PADRE
Cuando
mi padre nos miraba
con sus
ojos pardos enclavados,
sabíamos
que todo estaba claro
porque
sus ojos lo determinaban.
No
había resonancias ni razones;
eran
disposiciones muy preclaras
que no
daban lugar a los disensos,
aunque
por lo bajo discrepáramos.
El era
como el sol de la mañana
que
iluminaba muy claro qué camino
había
que seguir para ser sabios,
rigiendo
con pasión nuestro destino.
Mi
madre se sentía muy segura
Y sólo
su dulzura lo impugnaba.
Un
mando celestial se le acordaba
porque
sabía lo que no sabía.
Porque sin saber amar, te amaba.
Cuántos
besos y abrazos no te dí, Padre
perdona.
Si estuvieras aquí aún lloraría
para
que tu voz de hombre me guiara.
Miguel Angel
Vergara.- 16-6-2012.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario