viernes, 26 de abril de 2013

A MI PADRE


                    A MI PADRE


Cuando mi padre nos miraba
con sus ojos pardos enclavados,
sabíamos que todo estaba claro
porque sus ojos lo determinaban.

No había resonancias ni razones;
eran disposiciones muy preclaras
que no daban lugar a los disensos,
aunque por lo bajo discrepáramos.

El era como el sol de la mañana
que iluminaba muy claro qué camino
había que seguir para ser sabios,
rigiendo con pasión nuestro destino.

Mi madre se sentía muy segura
Y sólo su dulzura lo impugnaba.
Un mando celestial se le acordaba
porque sabía lo que no sabía.

 Porque sin saber amar, te amaba.
Cuántos besos y abrazos no te dí, Padre
perdona. Si estuvieras aquí aún lloraría
para que tu voz de hombre me guiara.

                      Miguel Angel Vergara.-  16-6-2012.

No hay comentarios.: