sábado, 25 de agosto de 2007

Opción

Los surcos del esfuerzo de la vida
se marcan en las manos y en la cara;
el sudor de dudar queda en la cama…
El día de morir no se adivina

Yo lo supe una vez en la cocina,
cuando mi madre aventaba el fuego;
ella dijo: “Vivir, hijo, es un juego
en el que pierdes siempre de partida”.

Se parte sin saber si vas de ida
o de regreso de un principio incierto;
si el camino es el recto y verdadero
o una trampa, un siniestro, una caída.

La pobre mente la esperanza abriga
de un mañana seguro y placentero,
mientras tanto camina al vertedero
donde la carga del saber se olvida.

O quedamos pasivos de movida,
mirando absortos el correr del tiempo,
jugando a laberintos y lamentos,
hasta llegar al punto de salida.

O salimos corriendo a la deriva,
como esos perros que largan hambrientos,
a morder hechos, tiempo, experimentos,
hasta que nos sorprenda el fin del día.

Eso es todo, señor, eso es la vida,
un pasar por el mundo de la duda,
yendo y viniendo con el alma oscura
sin saber qué es verdad o qué es mentira.

MAV. 20-8-07.

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